Page 140 - Cementerio de animales
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conclusiones… y suspirará aliviada cuando el animal se muera por fin.
               —Por  eso  me  llevaste  allí  —dijo  Louis.  Ahora  se  sentía  mejor.  Ya  conocía  la
           explicación. Era un poco vaga y se apoyaba más en los sentimientos que en la razón;

           pero, dadas las circunstancias, estaba dispuesto a admitirla. Ahora ya podía olvidar
           aquella expresión que creyó ver fugazmente en la cara de Jud la noche antes…, aquel
           siniestro y malicioso regocijo—. Está bien. Esto…

               De pronto, con una brusquedad pasmosa, Jud se cubrió la cara con las manos.
           Louis pensó que le había dado algún ataque, y fue a levantarse, alarmado cuando, al
           observar las convulsiones de su pecho, comprendió que el anciano estaba tratando de

           contener los sollozos.
               —Es por eso y no es por eso —dijo con voz ahogada—. Lo hice por la misma
           razón que Stanny B. y que Lester Morgan. Lester llevó allí a Linda Levesque cuando

           atropellaron a su perro. Y la llevó a pesar de que había tenido que matar al toro por
           perseguir a los chicos por el campo como un loco. Lo hizo a pesar de todo, "a pesar

           de todo", Louis. —Jud casi gemía ahora—. ¿Cómo diablos te explicas eso?
               —Jud, ¿de qué estás hablando? —preguntó Louis, alarmado.
               —Lester  y  Stanny  lo  hicieron  por  lo  mismo  que  yo.  Lo  haces  porque  algo  se
           apodera  de  ti.  Lo  haces  porque  ese  cementerio  es  un  lugar  secreto,  y  quieres

           compartir con alguien ese secreto y cuando encuentras una razón que se te antoja lo
           bastante buena, pues entonces… —Jud bajó las manos y miró a Louis con unos ojos

           que parecían increíblemente viejos y cansados—. Entonces lo haces y se acabó. Y las
           razones te las inventas… Y es que lo haces porque quieres hacerlo. O porque tienes
           que hacerlo. Mi padre no me llevó porque él había oído hablar del sitio, pero no había
           estado allí. Stanny B., sí…, y me llevó a mí… Y setenta años después…, de pronto…

               Jud movió la cabeza y ahogó una tos seca con la palma de la mano.
               —Escúchame —dijo—. Escúchame, Louis. El toro de Lester es, que yo sepa, el

           único animal que se volvió malo de verdad. Puede que el pequinés de Miss Levesque
           mordiera  un  día  al  cartero,  después…  Y  hubo  alguna  que  otra  cosa  más…  de
           animales que se volvían huraños…, pero "Spot" fue siempre un buen perro. Siempre
           siguió oliendo a tierra, por más que lo bañara, pero era un buen perro. Mi madre no

           volvió a tocarlo nunca más, pero era un buen perro. Ahora bien, Louis, si esta noche
           tú coges al gato y lo matas, yo no diré ni una palabra.

               »Ese  sitio…  De  pronto  sientes  que  te  domina…  y  fabricas  las  razones  más
           lindas…, pero he podido equivocarme, Louis. Es lo único que puedo decir. Lester
           pudo equivocarse. Stanny B. pudo equivocarse. Qué diablo, yo tampoco soy Dios. Y

           eso de devolver la vida a los muertos es pisarle el terreno a Dios, ¿no?
               Louis volvió a abrir y cerrar la boca. Lo que iba a decir hubiera sonado mal, muy
           mal, y hubiera sido cruel: «Jud, yo no pasé todo aquello para luego matar al cochino

           gato.»




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