Page 144 - Cementerio de animales
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—¡Papi! —chilló Ellie.
Corría hacia él por el pasillo de desembarque, sorteando a los demás pasajeros
con regates de futbolista. La mayoría se apartaba sonriendo. Louis se sintió un poco
cohibido ante tanta vehemencia, pero notó que a su cara asomaba una sonrisa amplia
y boba.
Rachel llevaba a Gage en brazos. El niño le vio cuando Ellie gritó:
—¡Payii! —aulló con exuberancia, debatiéndose en los brazos de Rachel. Ella
sonrió (con un poco de cansancio, según creyó advertir Louis) y lo puso en el suelo.
El niño corrió tras ella moviendo sus piernas regordetas—. ¡Payii! ¡Payii!
Louis aún tuvo tiempo de advertir que Gage llevaba un pichi nuevo —otra gracia
del abuelito, pensó— antes de que Ellie le embistiera y empezara a trepar por él como
por un árbol.
—¡Eh, papi! —vociferó, dándole un beso tan fuerte que estuvo reseñándole en el
tímpano por lo menos quince minutos.
—Hola, cariño —dijo él, agachándose para levantar a Gage y abrazándolos a los
dos—. Ya tenía ganas de veros.
Rachel llegó junto a ellos. Traía la bolsa de viaje y el bolso colgado de un brazo y
la bolsa de los pañales de Gage en el otro. PRONTO SERÉ MAYOR se leía en la
bolsa de pañales, frase que, sin duda, tenía por objeto animar a los padres más que al
usuario de los pañales. Parecía una fotógrafo profesional al regreso de una larga y
agotadora misión.
Louis, con un niño en cada brazo, le dio un beso en los labios.
—Hola.
—Hola, doctor —sonrió ella.
—Pareces reventada.
—Estoy reventada. Fuimos hasta Boston sin complicaciones. Hicimos transbordo
sin complicaciones. Despegamos sin complicaciones. Pero, cuando volábamos por
encima de la ciudad, Gage mira abajo, dice «Corre, corre» y se vomita encima.
—Oh, Dios —gimió Louis.
—Le cambié en el lavabo. No creo que sea un virus. Seguramente, se mareó.
—Vamos a casa —dijo Louis—. Tengo unos chiles en el fuego.
—¡Chiles! ¡Chiles! —vociferó Ellie al oído de Louis, en un transporte de júbilo.
—¡Chiche! ¡Chiche! —gritó Gage, perforándole el otro tímpano.
—Ahora vamos a recoger las maletas y andando —dijo Louis.
—Papi, ¿cómo está Church? —preguntó Ellie cuando él la dejó en el suelo.
Louis estaba preparado para esta pregunta, pero no para el gesto de ansiedad ni el
profundo pliegue de preocupación que vio entre los ojos azul oscuro de su hija. Louis
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