Page 145 - Cementerio de animales
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frunció el entrecejo y miró a Rachel.
               —La otra mañana Ellie se despertó llorando —dijo Rachel en voz baja—. Tuvo
           una pesadilla.

               —Soñé que atropellaban a Church —dijo Ellie.
               —Demasiados bocadillos de pavo, seguramente —dijo Rachel—. También tuvo
           un  poco  de  diarrea.  Tranquilízala,  Louis,  y  vámonos  de  aquí.  Durante  esta  última

           semana he visto aeropuertos suficientes para cinco años.
               —Bueno, Church está bien, cariño —dijo Louis lentamente.
               «Muy bien, sí. Se pasa el día tumbado por toda la casa, mirándote con los ojos

           turbios,  como  si  hubiera  visto  algo  que  pulverizó  por  completo  su  inteligencia  de
           gato. Está estupendamente. Por las noches lo saco empujándolo con la escoba para no
           tocarlo. Es como si lo barriera, y él se marcha. Y el otro día, cuando le abrí la puerta,

           Ellie, tenía delante un ratón…, o lo que quedaba de él. Se había zampado las vísceras
           para  desayunar.  Y,  a  propósito  de  desayuno,  aquel  día  yo  me  lo  salté.  Por  lo

           demás…»
               —Está muy bien.
               —Oh —dijo Ellie, y desapareció el pliegue que tenía entre los ojos—. Uf, qué
           alegría. Cuando tuve aquel sueño, estaba segura de que había muerto.

               —¿De verdad? —sonrió Louis—. Son curiosos los sueños.
               —¡"Chueños"! —aulló Gage. Estaba en la fase de la cotorra, que Louis recordaba

           de cuando Ellie empezaba a hablar—. ¡"Chueños"! —Y le dio un efusivo tirón de
           pelo que casi le hizo llorar.
               —Vámonos, tropa —dijo Louis. Y se fueron hacia la zona de equipajes.
               Estaban llegando al coche cuando Gage empezó a decir: «Corre, corre», con una

           voz fina e hiposa. Esta vez vomitó encima de Louis que, para ir a esperar a su familia,
           se había puesto su pantalón nuevo de tricot doble faz. Al parecer, para Gage «corre,

           corre» era sinónimo de: «Lo siento mucho, pero tengo que vomitar, conque hagan el
           favor de apartarse.»
               Y resultó que, efectivamente, era un virus.




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               Cuando habían recorrido los veinticinco kilómetros que separaban el aeropuerto

           de  Bangor  de  su  casa  de  Ludlow,  Gage  empezaba  a  mostrar  síntomas  de  fiebre  y
           había caído en un sueño intranquilo. Louis entró en el garaje dando marcha atrás y

           por el rabillo del ojo vio a Church deslizarse pegado a la pared con la cola levantada
           y  sus  extraños  ojos  fijos  en  el  coche.  El  gato  desapareció  al  sol  de  la  tarde  y,  un
           momento después, Louis descubrió un ratón despanzurrado junto a una pila de cuatro
           neumáticos;  había  hecho  poner  los  neumáticos  de  invierno  mientras  Rachel  y  los




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