Page 173 - Cementerio de animales
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hecho algún reproche?
—No —respondió ella—. Nadie me echó la culpa. Pero nadie pudo remediar lo
ocurrido. Nadie pudo hacer que no ocurriera, Louis. No se había tragado la lengua.
Entonces empezó a hacer un sonido extraño, no sé…, algo así como gaaaaa…
En su atormentada y vivida descripción de los sucesos de aquel día, Rachel debió
de imitar bastante bien el ruido que hiciera Zelda, y a Louis le asaltó el recuerdo de
Víctor Pascow. Estrechó con más fuerza a su esposa.
—…y babeaba…
—Basta, Rachel —dijo él con la voz no muy firme—. Conozco los síntomas.
—Tengo que explicar —respondió Rachel con testarudez—, explicar por qué no
puedo ir a los funerales de la pobre Norma. Y también por qué aquel día tuvimos
aquella estúpida pelea…
—Sssh…, eso ya está olvidado.
—Yo no lo he olvidado —dijo ella—. Lo recuerdo muy bien, Louis. Tan bien
como recuerdo que mi hermana Zelda murió de asfixia el 14 de abril de 1965.
Durante unos instantes, se hizo el silencio.
—La puse boca abajo y le golpeé la espalda —continuó Rachel al fin—. No sabía
qué otra cosa podía hacer. Ella pataleaba con sus piernas deformes…, y recuerdo que
sonó un ruido como de pedos… Creí que era ella o tal vez yo; pero no eran pedos,
sino las costuras de las mangas de mi blusa que se abrieron cuando le di la vuelta.
Ella empezó a tener… espasmos… y vi que tenía la cara ladeada en la almohada, y
pensé «Zelda está ahogándose, y cuando vengan dirán que yo la asfixié». «Tú la
odiabas, Rachel —me dirán, y era verdad—, y deseabas que muriese», y también era
verdad. Porque, Louis, lo primero que pensé cuando ella empezó a agitarse de aquel
modo en la cama, fue: «Oh, Dios mío, por fin. Zelda se ahoga y esto va a terminar.»
La puse otra vez boca arriba. Ahora tenía la cara negra, Louis, y los ojos se le salían
de las órbitas y tenía el cuello hinchado. Y entonces murió. Yo di unos pasos atrás,
supongo que buscando la puerta, pero choqué contra la pared y tiré un cuadro. Era un
dibujo de uno de los cuentos de Oz que a Zelda le gustaban mucho antes de caer
enferma con la meningitis. Era un dibujo de Oz el Grande y Terrible, sólo que Zelda
decía siempre Oz el Ggande y Teggible, porque no podía pronunciar la erre. Mi
madre lo mandó enmarcar… porque a Zelda le gustaba… Oz, El Ggande y
Teggible… cayó al suelo, y el cristal se hizo añicos y el marco saltó en pedazos, y yo
empecé a gritar, porque comprendí que había muerto y pensé…, creo que pensé que
su espíritu quería castigarme, porque su espíritu debía de odiarme tanto como ella,
pero su espíritu no estaba atado a la cama… Por eso eché a correr y salí a la calle
gritando: «¡Zelda ha muerto! ¡Zelda ha muerto! ¡Zelda ha muerto!» Y salieron los
vecinos… y me vieron correr por la calle, con la blusa rota, gritando «¡Zelda ha
muerto!», Louis, y pensarían que estaba llorando, pero yo creo…, yo creo que me
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