Page 169 - Cementerio de animales
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sujeto. Para mi él era el verdadero médico de la pandilla, y no Lucas.»
No; Louis nunca creyó en la otra vida. Por lo menos, hasta lo de Church.
—Yo creo que hay algo más allá —dijo a su hija, hablando despacio—. Pero
cómo puede ser, eso no lo sé. Tal vez sea distinto para cada cual. Tal vez sea lo que
cada uno creyó que sería durante toda su vida. Pero creo que hay algo y creo que Mrs.
Crandall debe de estar en algún lugar donde pueda ser feliz.
—Tú tienes fe en eso —dijo Ellie. No era una pregunta. Parecía intimidada. Louis
sonrió, entre satisfecho y cohibido.
—Seguramente. Y también tengo fe en que es hora de que te vayas a la cama.
Llevas diez minutos de retraso. Le besó en los labios y en la punta de la nariz.
—¿Tú crees que los animales tienen otra vida?
—Sí —dijo él sin pensarlo, y estuvo a punto de añadir: Sobre todo, los gatos. Las
palabras casi le asomaron a sus labios, y sintió que la piel le quedaba rígida y fría.
—Bueno —dijo la niña deslizándose al suelo—. Tengo que dar un beso a mamá.
—Pues, adelante.
Louis la siguió con la mirada. Al llegar a la puerta del comedor, la niña se volvió
y dijo:
—Aquel día me puse muy tonta con Church, ¿verdad? ¡Y cómo lloraba!
—No, cariño —dijo él—. A mí no me pareciste tonta.
—Si ahora se muriera, me parece que podría resistirlo —dijo ella, y pareció
quedarse un poco sorprendida por lo que acababa de decir. Luego, corroboró—: Sí,
podría. —Y se fue en busca de Rachel.
* * *
Aquella noche, en la cama, Rachel dijo:
—He oído lo que le decías.
—¿Y no te parece bien? —preguntó Louis. Decidió que sería mejor hablar sin
tapujos, si así lo quería ella.
—No es eso —dijo Rachel en un tono de vacilación impropio de ella—. No,
Louis; no es eso. Es que… me asusto. Y tú ya me conoces, cuando me asusto me
pongo a la defensiva.
Louis no recordaba haber oído nunca a Rachel hablar con tanta desconfianza y, de
pronto, se sintió receloso, como si estuviera pisando un campo de minas.
—¿Te asustas? ¿De qué? ¿De la muerte?
—No es mi muerte lo que me asusta. Casi nunca pienso en ella… Ya no. Pero
cuando era niña pensaba mucho en eso. Y no podía dormir. Soñaba con monstruos
que venían a comerme en la cama. Y todos tenían la cara de mi hermana Zelda.
«Sí —pensó Louis—. Ya salió por fin, al cabo de todos estos años de matrimonio.
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