Page 151 - El Misterio de Salem's Lot
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dólares por la mesa del comedor, y todavía no la he sustituido por otra.
               —Claro que no me importa. En mi familia hay una larga tradición de comer en la
           cocina.

               La  cocina  era  de  una  pulcra  austeridad.  Sobre  uno  de  los  cuatro  quemadores
           hervía una olla de salsa para fideos, mientras un colador lleno de espaguetis esperaba
           humeante. En una pequeña mesa plegable había dos platos que no tenían nada que ver

           entre  sí,  y  los  vasos  tenían  en  los  bordes  una  hilera  de  personajes  de  dibujos
           animados. Vasos de mermeladas, pensó Ben, divertido, y la última sensación de estar
           con un extraño se desvaneció. Empezó a sentirse en casa.

               —En el armario que hay sobre el fregadero tengo dos clases de whisky, y también
           hay  vodka  —anunció  Matt—.  Y  en  la  nevera  algunas  bebidas  para  mezclar.  Nada
           excepcional, me temo.

               —Para mí está bien whisky con agua del grifo.
               —Pues sírvete. Yo voy a terminar con este desastre.

               —Me gustaron tus muchachos —comentó Ben, mientras se preparaba la bebida
           —. Hicieron preguntas interesantes. Agresivas pero interesantes.
               —¿Como de dónde sacabas las ideas, por ejemplo? —preguntó Matt, imitando el
           balbuceo infantil y sensual de Ruthie Crockett.

               —Es un buen elemento.
               —Ya lo creo. En la nevera, detrás de la lata de pina, hay una botella de Lancers.

           La conseguí especialmente.
               —Oye, pero no debías...
               —Oh, vamos, Ben. No todos los días tenemos autores de bestsellers en Solar.
               —'Me parece un poco exagerado.

               Ben terminó su bebida, tomó el plato de espaguetis que le tendía Matt, le echó un
           cucharón de salsa y los enroscó en el tenedor, ayudándose con la cuchara.

               —Fantástico —aprobó—. Mamma mia.
               —Pues me alegro.
               Ben miró su plato, que se había vaciado con una rapidez sorprendente, y se secó
           los labios, sintiéndose un poco culpable.

               —¿Más?
               —Medio plato, por favor. Están estupendos.

               Matt le sirvió un plato lleno.
               —Si  no  los  terminamos,  se  los  comerá  el  gato.  Desdichado  animal.  Pesa  diez
           kilos y se acerca a su tazón caminando como un pato.

               —No lo he visto.
               —Anda de excursión —sonrió Matt—. ¿Tu nuevo libro es una novela?
               —Es  algo  así  como  ficción  —respondió  Ben—.  Para  serte  sincero,  estoy

           escribiéndolo  por  dinero.  El  arte  es  una  gran  cosa,  pero  por  una  vez  quisiera




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