Page 179 - El Misterio de Salem's Lot
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—¡Qué estupidez! —replicó Susan, exasperada—. Ahora, dime si Mike...
—Eso no se sabe todavía —dijo la señora Norton. Hizo girar el ovillo de lana y lo
aflojó—. Hay quien piensa que pudo haberse contagiado una enfermedad del niño de
los Glick.
—Entonces, ¿por qué no se contagió nadie más? ¿Los padres, por ejemplo?
—Hay jóvenes que creen saberlo todo —comentó la señora Norton, hablando a
nadie en particular, mientras las agujas echaban chispas.
Susan se levantó.
—Iré a ver si...
—Vuelve a sentarte un momento —ordenó la señora Norton—. Todavía tengo
algo más que decirte.
Susan se sentó de nuevo, tratando de mostrarse razonable.
—A veces los jóvenes no saben todo lo que hay que saber —señaló Ann Norton.
En su voz se insinuaba un híbrido tono de consuelo que a Susan le pareció
sospechoso.
—¿Como qué, Ma?
—Bueno, pues parece que ese Ben Mears tuvo un accidente hace unos años,
después de la publicación de su segundo libro. Iba en motocicleta. Estaba bebido. Su
mujer se mató.
Susan volvió a levantarse.
—No quiero oír nada más.
—Te lo estoy diciendo por tu bien —explicó la señora Norton.
—¿Quién te lo ha contado? —preguntó Susan. No sentía nada de la vieja cólera
impotente, ni la necesidad de correr a su cuarto a llorar, lejos de esa voz tranquila que
lo sabía todo. Se sentía simplemente fría y distante, como si flotara en el espacio—.
Ha sido Mabel Werts, ¿no?
—Eso no tiene importancia. Es la verdad.
—Seguro que sí. Además, hemos ganado la guerra de Vietnam, y Jesucristo se
pasea todos los días por el centro del pueblo.
—A Mabel le pareció una cara conocida —continuó Ann Norton— y se puso a
examinar, caja por caja, sus recortes de periódico, y...
—¿Te refieres a su colección de escándalos? ¿De periódicos especializados en
astrología y fotos de accidentes automovilísticos y señas de aspirantes a estrellas?
Pues vaya fuente de información. —Rió ásperamente.
—No hace falta que digas obscenidades. La historia estaba allí, en letras de
molde. La mujer, supongamos que era su esposa, iba en el asiento de atrás y él
derrapó sobre el asfalto y fueron a estrellarse contra el costado de un camión. El
artículo decía que allí mismo le hicieron la prueba de alcoholemia. Allí mismo... —
acentuó las palabras golpeando con una aguja el brazo de la mecedora.
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