Page 189 - El Misterio de Salem's Lot
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Susan dio un respingo.
               —¿Cómo lo sabía usted?
               Matt sonrió.

               —No todas las habladurías en un pueblo pequeño son públicas. Las hay secretas.
           Y algunas de las habladurías secretas de Salem's Lot se refieren a Hubie Marsten.
           Ahora  son  cosas  compartidas  entre  una  docena  de  las  personas  más  ancianas,  tal

           vez... y una de ellas es Mabel Werts. Fue hace mucho tiempo, Susan. Pero aun así hay
           algunas historias que nunca pasan de moda. Es raro, sabes. Ni siquiera Mabel habla
           de Hubie Marsten con nadie ajeno a su propio círculo. Hablan de su muerte, claro. Y

           del asesinato. Pero si les preguntas por los diez años que él y su mujer pasaron en esa
           casa, haciendo sabe Dios qué, se pone en funcionamiento una especie de regulador...
           una  especie  de  tabú.  Se  ha  rumoreado  incluso  que  Hubert  Marsten  secuestraba  y

           sacrificaba  niños  pequeños  a  sus  dioses  infernales.  Me  sorprende  que  Ben  haya
           llegado a averiguar tanto. El secreto referente a ese aspecto de Hubie, su mujer y su

           casa, tiene un matiz casi tribal.
               —No fue en Solar donde lo supo.
               —Eso lo explica, entonces. Sospecho que su teoría es una fábula bastante vieja en
           parapsicología:  que  los  seres  humanos  producen  el  mal  de  la  misma  manera  que

           producen  mocos  o  excrementos  o  uñas.  Que  es  algo  que  no  desaparece.  Más
           concretamente, que la casa de los Marsten puede haberse convertido en una especie

           de generador de perversidad, en una batería donde se recarga el mal.
               —Sí. Él lo expresó exactamente en esos términos. —Susan le miró con expresión
           interrogante.
               Matt respondió con una risita.

               —Hemos leído los mismos libros. ¿Qué piensas tú, Susan? ¿Cabe algo más que el
           cielo y la tierra en tu filosofía?

               —No —respondió ella—. Las casas no son más que casas. El mal muere con la
           perpetración de actos malignos.
               —¿Sugieres que la inestabilidad de Ben puede llevarme a conducirle por la senda
           de la insania que yo estoy ya recorriendo?

               —No, claro que no. No es que lo considere insano. Pero, señor Burke, tiene usted
           que reconocer...

               —Callate.
               Matt había inclinado la cabeza hacia adelante. Susan dejó de hablar y escuchó.
           Nada... a no ser el crujido de una tabla. Le miró y él sacudió la cabeza.

               —¿Decías?
               —Únicamente,  que  por  una  coincidencia  no  llegó  en  buen  momento  para
           exorcizar los demonios de su juventud. Se han dicho muchas tonterías por el pueblo

           desde que se volvió a ocupar la casa de los Marsten y se abrió la tienda... incluso se




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