Page 229 - El Misterio de Salem's Lot
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divagando. —Miró a Ben—. ¿A ti te lo ha contado Susan?
—Sí, pero...
—Entiendo. Vayamos al grano.
Relató la historia con voz tranquila y casi sin inflexiones, con una única pausa
cuando una enfermera entró a preguntarle si quería un vaso de zumo. Matt le dijo que
le encantaría, y se lo bebió a pequeños sorbos con la pajita, mientras hablaba. Ben
observó que al llegar a la parte en que Mike se caía hacia atrás por la ventana, los
cubos de hielo tintineaban un poco en el vaso que sostenía en la mano. Sin embargo,
la voz no vaciló; siguió sonando con la misma inflexión monótona que Matt usaba en
sus clases. Ben pensó, no por primera vez, que era un hombre admirable.
Terminado el relato, se produjo una breve pausa, que fue rota por el propio Matt.
—Bien. Vosotros, que no habéis visto nada con vuestros propios ojos, ¿qué
pensáis de esto?
—Ayer, Ben y yo hablamos bastante sobre ello —dijo Susan—, pero dejaré que
sea él quien se lo diga a usted.
Con cierta timidez, Ben fue planteando cada una de las explicaciones razonables,
para descartarlas después. Cuando mencionó la persiana, el terreno blando y la falta
de huellas de escalera, Matt aplaudió.
—¡Bravo! ¡Buen detective! —Después miró a Susan—. Y usted, señorita Norton,
que solía escribir unos ensayos tan sólidos, con párrafos como ladrillos unidos por el
cemento de oraciones, ¿qué piensa usted?
La muchacha se miró las manos, que jugaban con un pliegue de su vestido, y
después levantó los ojos hacia él.
—Como ayer Ben me dio una conferencia sobre el significado lingüístico de no
puedo no usaré esa expresión. Pero me resulta muy difícil aceptar que anden
vampiros al acecho por Salem's Lot, señor Burke.
—Si se pueden disponer las cosas para que no se viole el secreto, estoy dispuesto
a someterme a un detector de mentiras —dijo suavemente Matt.
Susan enrojeció un poco.
—No, no... no me entienda mal, por favor. Estoy convencida de que algo sucede
en el pueblo. Algo... horrible.. Pero esa»
Matt tendió una mano y la apoyó sobre las de ella.
—Eso lo entiendo, Susan. ¿Pero quieres hacer algo por mí?
—Si puedo.
—Quisiera que los tres nos decidiéramos a partir de la premisa de que todo esto
es real. Que tengamos presente esa premisa hasta que podamos refutarla. El método
científico. Ben y yo ya hemos analizado los modos y maneras de ponerla a prueba. Y
nadie desea más que yo poder refutarla.
—Pero no cree que sea posible, ¿no es eso?
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