Page 230 - El Misterio de Salem's Lot
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—No, no lo creo —admitió Matt—. Después de una larga conversación conmigo
mismo, llegué a una decisión: creo en lo que vi.
—Dejemos de lado por un momento las cuestiones de creer y no creer —sugirió
Ben—, que por ahora son académicas.
—De acuerdo —aprobó Matt—. ¿Cuáles son tus ideas sobre el procedimiento?
—Bueno —empezó Ben—, yo te designaría jefe de investigación; Dados tus
antecedentes, resultas adecuado para la tarea. Y estás obligado a mantener inactividad
física.
Los ojos de Matt brillaron como cuando habló de la perfidia de Cody al prohibirle
la pipa.
—Cuando abra la biblioteca, telefonearé a Loretta Starcher. Necesitará una
carretilla para traerme los libros.
—Es domingo y la biblioteca está cerrada —le recordó Susan.
—La abrirá para mí —afirmó Matt—, y si no, sabré por qué.
—Pídele todo lo que haya sobre el tema —indicó Ben—, tanto psicológico como
parapsicológico o místico. Todo.
—Iré tomando notas —dijo Matt—. ¡Por Dios que sí! —Miró a ambos—. Desde
que me desperté aquí, es la primera vez que me siento un hombre. ¿Qué vais a hacer?
—Primero, hablar con Cody. Él examinó a Ryerson y a Floyd Tibbits. Tal vez
podamos persuadirle de exhumar el cuerpo de Danny Glick.
—Pero ¿lo hará? —preguntó Susan.
Matt bebió un sorbo de zumo antes de contestar.
—El Jimmy Cody que fue mi discípulo lo habría hecho, sin duda. Era un
muchacho imaginativo y de mentalidad abierta, notablemente resistente a la
hipocresía. Hasta qué punto puedan haberlo convertido en empirista la universidad y
la facultad de medicina, no lo sé.
—Todo esto me parece descabellado —señaló Susan—. Especialmente lo de ir a
ver al doctor Cody, a riesgo de que nos rechace sin contemplaciones. ¿Por qué no
vamos Ben y yo a casa de los Marsten y terminamos con todo esto? Eso estaba en el
programa de la semana pasada.
—Te diré por qué —intervino Ben—, Porque vamos a proceder partiendo de la
premisa de que todo esto es real ¿Estás tan ansiosa por ir a meter la cabeza en la boca
del lobo?
—Yo creía que los vampiros dormían de día.
—Sea lo que sea Straker, no es un vampiro —señaló Ben—, a menos que las
antiguas leyendas estén equivocadas. Se muestra a plena luz del día. Y lo menos que
haría sería echarnos como intrusos, sin que llegáramos a enterarnos de nada. En el
peor de los casos, si nos venciera y nos encerrara allí hasta la noche, seríamos el
bocado perfecto para cuando despertara el conde.
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