Page 277 - El Misterio de Salem's Lot
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—No —dijo Callahan—. Pero en los últimos tiempos la tasa de mortalidad se ha
elevado, ¿no le parece? Mike Ryerson... Floyd Tibbits... el bebé de los McDougall.
Matt asintió con un gesto fatigado.
—Es raro—dijo después—. Sí. Pero las cosas están llegando al punto en que ellos
podrán encubrirse unos a otros. Con unas pocas noches, me temo que... me temo...
—Dejémonos de andar por las ramas —sugirió Callahan.
—De acuerdo. Ya hemos andado bastante por las ramas, ¿no es eso?
Y Matt empezó a contar su historia desde el comienzo, agregándole los aportes de
Susan y de Jimmy, sin reservarse nada. En el momento en que terminó, el horror de
esa noche ya había acabado para Ben y para Jimmy. Para Susan Norton, apenas si
había comenzado.
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Cuando hubo terminado, Matt guardó un momento de silencio.
—Bien. ¿Estoy loco? —preguntó después.
—Por lo menos, está decidido a que la gente lo piense —señaló Callahan—, pese
al hecho de que, al parecer, ha convencido usted al señor Mears y a su propio médico.
No, no creo que esté usted loco. Después de todo, mi profesión consiste en hacer
frente a lo sobrenatural. Si me atreviera a hacer un pequeño chiste, diría que es mi
pan de cada día.
—Pero...
—Voy a contarle algo. No respondo de la verdad del relato, pero sí doy fe de mi
convicción en que es verdad. Tiene que ver con un excelente amigo, el padre
Raymond Bisonnette, que desde hace unos años está a cargo de una parroquia en
Cornualles. Hace cinco años me escribió para contarme que lo habían llamado a un
remoto rincón de la parroquia para celebrar el funeral de una muchacha que acababa
de «consumirse». El ataúd de la chica estaba lleno de rosas silvestres, lo que a Ray le
pareció extraño. Pero lo que le pareció sencillamente grotesco fue que le hubieran
mantenido la boca abierta con un palo y se la hubieran llenado de ajo y tomillo
silvestre.
—Pero eso es...
—Parte del ritual tradicional para que los muertos vivientes no se levanten,
exacto.
Remedios folclóricos. A la pregunta de Ray, el padre de la chica contestó con toda
naturalidad que la había matado un íncubo. ¿Sabe usted lo que es?
—Un vampiro sexual.
—La chica había estado prometida para casarse con un muchacho llamado
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