Page 274 - El Misterio de Salem's Lot
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sacerdote, uno tenía que profundizar en los abismos de la naturaleza humana y no
           sólo aspirar a alcanzar sus cumbres. Pura palabrería, en realidad. Simplemente, un
           poco de terror me gustaba tanto como a cualquiera. Creo que de muchacho, Kurtin

           asesinó a dos de sus compañeros de juego, llevándolos hasta una boya anclada en
           medio de un río, y después se dedicó a arrojarlos al agua hasta que se cansaron y se
           hundieron.

               —Sí  —confirmó  Matt—.  Y  cuando  era  adolescente,  en  dos  ocasiones  trató  de
           matar a los padres de una chica que se había negado a salir con él, y después prendió
           fuego a la casa. Pero no es ésa la parte de su... carrera, digamos, que me interesa.

               —Imagino que no, a juzgar por lo que ha estado leyendo.
               El padre Callahan cogió de la cama una revista que presentaba en la cubierta la
           imagen  de  una  joven  increíblemente  bien  dotada,  que  llevaba  un  vestido  ajustado

           como un guante y le estaba chupando la sangre a un muchacho. La expresión de éste
           parecía una inquietante combinación de terror y lujuria. El nombre de la revista —y

           el  de  la  muchacha,  aparentemente—  era  Vampirella.  Cada  vez  más  intrigado,
           Callahan volvió a dejarla,
               —Kurtin atacó y mató a más de una docena de mujeres —recordó—. A muchas
           otras las mutiló con un martillo. Y si era el momento correspondiente del mes, les

           bebía el flujo.
               Matt Burke volvió a hacer un gesto de asentimiento.

               —Lo que no es tan sabido —agregó— es que también mutilaba animales. En la
           época  en  que  su  obsesión  era  más  intensa,  les  arrancó  la  cabeza  a  dos  cisnes  del
           parque central de Dusseldorf y se bebió la sangre que les brotaba del cuello.
               —¿Todo  esto  tiene  relación  con  el  hecho  de  que  usted  quisiera  verme?  —

           preguntó Callahan—. La señora Curless me dijo que era por un asunto de extrema
           importancia.

               —Sí, exactamente.
               —¿De qué se trata, pues? Si su intención era intrigarme, lo ha conseguido.
               Matt le miró.
               —Un excelente amigo mío, Ben Mears, debía ponerse hoy en contacto con usted.

           Su ama de llaves me dijo que no había llamado.
               —Así es. No he visto a nadie desde hoy a las dos de la tarde.

               —Yo  tampoco  pude  comunicarme  con  él.  Salió  del  hospital  en  compañía  de
           James Cody, mi médico. Tampoco he podido dar con él. Y lo mismo me sucedió con
           Susan Norton, la amiga de Ben. Salió esta tarde temprano, prometiendo a sus padres

           que  estaría  de  vuelta  a  las  seis,  y  no  ha  regresado  aún,  por  lo  que  ellos  están
           preocupados.
               A Callahan le interesó el dato. En cierta ocasión había conocido a Bill Norton,

           que fue a consultarle sobre un problema referido a algunos colaboradores católicos.




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