Page 80 - El Misterio de Salem's Lot
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DANNY GLICK Y OTROS
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Danny y Ralphie Glick habían salido para ir a casa de Mark Petrie con órdenes de
estar de vuelta a las nueve. Cuando pasaron las diez sin que sus hijos hubieran
regresado, Marjorie Glick llamó a casa de los Petrie. No, le dijo la señora Petrie, los
muchachos no estaban allí. Ni habían estado. Tal vez sería mejor que su marido
hablara con Henry. La señora Glick le pasó el teléfono a su esposo, mientras sentía en
el vientre el cosquilleo del miedo.
Los dos hombres comentaron el asunto. Sí, los chicos habían ido por la senda de
los bosques. No, el arroyo no tenía profundidad en esta época del año, y menos con
buen tiempo. Apenas si llegaría al tobillo. Henry sugirió que él podía empezar desde
su extremo del sendero, con una linterna, mientras el señor Glick avanzaba desde su
lado. Tal vez los chicos hubieran encontrado una madriguera de conejos o estuvieran
fumándose un cigarrillo, o algo así. Tony se mostró de acuerdo y agradeció al señor
Petrie por tomarse esa molestia. El señor Petrie dijo que no era molestia. Tony colgó
el auricular y tranquilizó un poco a su mujer, que estaba asustada. Mentalmente, el
padre ya había decidido que ninguno de los dos chicos se iba a poder sentar durante
una semana, cuando los encontrara.
Pero antes de que hubiera salido siquiera del patio, Danny apareció a tropezones
de entre los árboles y se desplomó junto a la barbacoa del fondo. Estaba aturdido y
hablaba con lentitud, respondiendo trabajosamente y no siempre con sensatez a lo que
se le preguntaba. Tenía hierba en las manos, y algunas hojas otoñales en el pelo.
Le contó a su padre que él y Ralphie habían ido por la senda del bosque, habían
atravesado el arroyo saltando por las piedras y habían llegado sin dificultad al otro
lado. Después Ralphie empezó a decir que había un fantasma en los bosques (Danny
tuvo cuidado en no mencionar que él te había metido esa idea en la cabeza a su
hermano). Ralphie decíaque veía una cara, y Danny empezó a asustarse. Él no creía
en fantasmas ni espantajos, pero le parecía haber oído algo en la oscuridad.
¿Qué habían hecho entonces?
Danny creía que habían echado a andar de nuevo, tomados de la mano, pero no
estaba seguro. Ralphie iba lloriqueando por el fantasma. Danny le dijo que no llorara,
porque pronto verían las luces de Jointner Avenue. No les faltaban más que
doscientos pasos, menos tal vez.
Entonces había sucedido algo malo.
¿Qué? ¿Qué había sucedido?
Danny no sabía.
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