Page 24 - Las ciudades de los muertos
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Era desesperante.
—Sois unos paganos. Paganos de ojos azules y cabellos rubios. Paganos con
dinero.
—¡Ah! Comprendo —por fin parecía que su firmeza tan ingenua vacilaba—.
Llevo revólver.
Opté por no enseñarle el mío.
—¿Queréis seguir adelante?
El barón asintió. Por primera vez parecía incluso preocupado.
—Esperad aquí un momento. —Me acerqué al guía que, en nuestra ausencia,
había empezado a temblar de mala manera. Al verme, intentó disimular el frío que
sentía y recuperar el control sobre su cuerpo pero sin demasiado éxito—. Esta choza
es nuestro destino, ¿verdad?
—Sí, Carter bajá —le castañeteaban los dientes mientras la observaba como si lo
que más deseara en el mundo fuera encontrarse allí dentro.
—¿Por qué no nos lo dijiste?
—Mi padre nos está esperando.
—¿Tu padre y quién más?
—Nadie más, Carter bajá.
Esto era, con toda probabilidad, mentira.
—¿Cómo te llamas?
—Azzi.
—Si resulta que en la choza hay alguien más, aparte de tu padre, nos iremos sin
mirar siquiera los objetos, ¿comprendes?
El muchacho estaba helado.
—Dukh también está allí.
—¿Quién es Dukh?
—Mi hermano.
—¿Y quién más hay?
—Nadie más, Carter bajá. Nadie.
Lo observé fijamente unos instantes para resaltar mi escepticismo, pero él se
mantuvo en sus trece, así que hice un gesto a los alemanes y, en cuanto nos
alcanzaron, echamos a andar en dirección a la casa. Cuando llegábamos a la puerta,
Azzi se volvió hacia nosotros y nos indicó:
—Por aquí.
Y a la luz de la casa observé algo en lo que no había reparado hasta entonces. El
muchacho llevaba un crucifijo de plata alrededor del cuello, colgado de un cordón
negro.
Nos introdujimos en la choza. En el interior, había lámparas brillando en todas
partes. La estancia tenía una claridad dorada por el efecto de tantos focos de luz. Era
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