Page 145 - La máquina diferencial
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Mallory sintió los ojos de los japoneses clavados en él. Estaba claro que la
muñeca no era ninguna maravilla especial para ellos. Querían saber lo que él, un
británico, pensaba de ella. Querían saber si estaba impresionado.
—Es impresionante —soltó sin más—. ¡Sobre todo, dada la primitiva naturaleza
de Asia!
—Japón es la Gran Bretaña de Asia —señaló Oliphant.
—Sabemos que no es gran cosa —respondió el señor Yukichi con los ojos
encendidos.
—No, es una maravilla, de veras —insistió Mallory—. Bueno, podrían ustedes
cobrar entrada.
—Sabemos que no es gran cosa comparada con sus magníficas máquinas
británicas. Como dice el señor Oliphant, somos sus hermanos pequeños en este
mundo.
—Aprenderemos —dijo otro japonés que hablaba por primera vez, con toda
probabilidad el que se llamaba Arinori—. ¡Tenemos un gran compromiso con la Gran
Bretaña! Gran Bretaña abrió nuestros puertos con la flota de hierro. Hemos
despertado y aprendido grandes lecciones que ustedes nos han enseñado. Hemos
destruido a nuestro shogun y su atrasado bakufu. Ahora nos guiará Mikado en la gran
nueva era del progreso.
—Seremos aliados de ustedes —dijo Yukichi con nobleza—. La Gran Bretaña de
Asia llevará la civilización y la ilustración a todos los pueblos de Asia.
—Eso es muy loable por su parte —respondió Mallory—. Pero cuesta un poco de
trabajo, la civilización, construir un imperio... Hacen falta varios siglos, ¿saben?
—Ahora aprendemos todo de ustedes —dijo el señor Arinori con el rostro
ruborizado; el güisqui y el calor parecían haber encendido una hoguera en su interior
—. Construimos grandes escuelas y armadas, como ustedes. ¡En Choshu tenemos una
máquina! Compraremos más máquinas. ¡Construiremos nuestras propias máquinas!
Mallory se echó a reír. Aquellos extraños extranjeritos parecían tan jóvenes, tan
idealistas, inteligentes y sobre todo sinceros... Lo sentía por ellos.
—¡Bueno! ¡Es un sueño magnífico, joven, y le honra! Pero no es tan sencillo.
Verá, en Gran Bretaña hemos dedicado un gran esfuerzo a esas máquinas. ¡Muy bien
se podría decir que es el objetivo central de nuestra nación! Nuestros intelectuales
llevan ya décadas trabajando en la tecnología de las máquinas. Para que ustedes, en
unos cuantos años, logren lo que hemos hecho nosotros...
—Haremos los sacrificios que sean necesarios —replicó el señor Yukichi con
calma. —Hay otros modos de mejorar la tierra de su raza —dijo Mallory—. ¡Pero lo
que proponen es imposible, así de sencillo! —Nosotros haremos los sacrificios que
sean necesarios —repitió el japonés con énfasis.
Mallory lanzó una mirada a Oliphant, que permanecía sentado con una sonrisa
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