Page 337 - La máquina diferencial
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Cartas de nuestros lectores




                                              [De Revista Mecánica, 1830]


               A juzgar por las cartas que recibimos, parece que parte de nuestro público duda
           que  las  cuestiones  políticas  caigan  dentro  de  los  límites  de  lo  que  interesa  a  esta

           publicación. Pero el interés de la ciencia y la industria están inextricablemente unidos
           a  la  filosofía  política  de  una  nación.  ¿Cómo  podemos  estar  en  silencio  en
           circunstancias como las actuales?
               Contemplamos con deleite la llegada de una nueva era de la ciencia, así como

           cualquier  otra  circunstancia  productiva  para  este  país,  como  la  candidatura  al
           Parlamento  de  un  hombre  de  la  eminencia  científica  del  señor  Babbage,  con  su

           probada independencia de espíritu, su curiosidad y su espíritu emprendedor.
               Por ello, decimos abiertamente a todos los electores de Finsbury que lean esta
           publicación que vayan a votar por el señor Babbage. Si son ustedes inventores y el

           ubicuo  y  opresivo  Impuesto  de  Patentes  les  impide  participar  en  una  competencia
           justa, y desean que el impuesto sea sustituido por un sistema de subsidios públicos,
           justo y programado, vayan a votar por el señor Babbage. Si son ustedes fabricantes y

           se sienten hostigados y entorpecidos en sus operaciones por los disparates fiscales del
           actual Gobierno y quieren que la industria británica sea tan libre como el aire que
           respiran, vayan a votar por el señor Babbage. Si son ustedes mecánicos, dependen

           para su diario sustento de una constante y regular demanda de los productos de su
           oficio, y son conscientes de la importancia del libre comercio para su bienestar, vayan
           a votar por el señor Babbage. Si son devotos de la ciencia y el progreso, principio y

           práctica unidos como los huesos y los tendones, únanse hoy a nosotros en Ishlington
           Green y ¡voten por el señor Babbage!
               En una era de disturbios

               El resultado de las elecciones generales de 1830 evidenció los sentimientos del
           electorado. Byron y sus radicales se habían llevado la voz cantante y el partido whig
           estaba hecho pedazos. Sin embargo, los tories de lord Wellington, conscientes de la

           amenaza que para el sistema de privilegio aristocrático representaban las propuestas
           de los radicales sobre la «meritocracia», adoptaron una línea de dureza. La Cámara de
           los Comunes demoró todo lo posible la aprobación la Ley de Reforma radical, y el 8

           de octubre, los lores la rechazaron. El rey se negó a crear nuevos títulos para que los
           radicales pudieran forzar la aprobación de la ley. Y, lo que es más, los Fitzclarence
           fueron ennoblecidos, lo que llevó a Byron a declarar con amargura: «Cuánto mejor es

           ser  un  bastardo  real  que  un  filósofo  en  la  Inglaterra  de  nuestros  tiempos.  Pero  se
           avecinan grandes cambios».
               La  presión  popular  se  hizo  sentir  rápidamente.  En  Birmingham,  Liverpool  y




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