Page 243 - Resiliente
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—Vale, ok, pero ten cuidado.

                          —Marico soy yo. —dijo sonriéndome confiadamente.



                   Mire a Máximo llamar a Carlos y a Cesar y avanzar hasta la otra
                   casa, Mauro se encogió de hombros y abrió con mucha lentitud la

                   puerta principal de aquella casa, evitando hacer ruido, entra-
                   mos a la sala principal, con una chimenea al lado, todo el lu-

                   gar había sido atacado, había manchas de sangre seca en la pa-
                   red, y la alfombra estaba llena de gusanos alimentándose de los

                   pequeños pedazos de carne aún existentes charcos.



                   Del hedor ni hablar, Mauro levanto el hibrido como si fuese a
                   batear y yo avance con el hacha en mis manos sudorosas, enton-

                   ces oímos un rumor.



                   Mauro señalo arriba por las escaleras y yo asentí, luego lo
                   oímos con más claridad, pasos en las alfombras de los pisos de

                   arriba, allí había alguien, la angustia me invadio, la duda de
                   saber si era solo un zombi o estaria en grupo, sera el asesi-

                   no de este destruido hogar, todo esto lo veremos pronto, pero
                   primero decidimos peinar la cocina, y encontramos con horror

                   un amasijo de carne descompuesta, cuya forma había desapareci-
                   do con excepción de un rostro con la boca abierta y ojos per-

                   didos, dicha expresion demostraba el horror de la vida que nos
                   toca vivir, donde todo es una amarga pesadilla sin fin, donde la

                   muerte por mas espantosa que suene, es un final por lo menos,
                   pero esta sera la solución...



                   Que amargos pensamientos me invaden al ver todo esto, me gire

                   para ver a mi hermano, Mauro ahogaba el vómito, yo me quede
                   anonadado, al hombre lo habían devorado por completo del torso

                   para abajo, y de eso solo quedaba su cabeza colgando de un hi-
                   lillo de carne y musculo, había una nube de moscas rodeando una

                   de las piernas y miles de gusanos en el abdomen abierto y des-
                   garrado, el solo recordarlo para escribirlo me invade de nuevo

                   la amargura de mi mente, no lo deseo, espero acabar con todo
                   esto pronto y poder vivir mejor, mas tranquilo, en paz.




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