Page 66 - Resiliente
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Agarre la escopeta entre mis manos y recuerdo mi indecisión,

                                    sin embargo, mire a Mauro y deduje lo mal que estaba, tres
                                    días sin comer y bebiendo orina en un cuarto de tres por tres

                                    metros encerrado y a oscuras.



                                    Se me encoje el corazón, no puedo imaginarme el horror que tuvo
                                    que haber sufrido tanto tiempo, cualquiera con menos agallas

                                    que él se hubiese matado, encontré un machete y un hacha
                                    pequeña a su alrededor, mínimo, me hubiese cortado las venas,

                                    no soporto un lugar pequeño... y con el recuerdo del tiro que
                                    le di a mama fresco más rápido me hubiese relevado de toda esta

                                    calumnia terrorífica.



                                    Me gire y regrese a las escaleras del sótano, pero recordé que
                                    allí había muchos infectados por todos lados, iba a tener que

                                    salir por el frente. Regrese trotando y Máximo me miro, el si
                                    estaba asustado, mi amigo siempre había sido el más valiente

                                    de los tres, el más rudo, y ahora la paranoia y la esquizofrenia
                                    se le notaban en los ojos pardos de su cara, cuando fui hacia la

                                    puerta replegable y me dispuse a subirla Máximo me grito.



                                            —¿Qué mierda haces? ¡Se van a meter!
                                            —No, voy a cerrar al salir, pero tienes que estar

                                    pendiente cuando regrese, si me quedo afuera, moriré.



                                    Máximo me observo unos minutos.



                                            —Estás loco —me dijo —¡Estas jodidamente loco!
                                            —No me importa —le dije —sé que el haría lo mismo.



                                    Máximo asintió lentamente y corrió hacia la puerta replegable.



                                            —No dejes que se caiga en coma...

                                            —¿Cómo hago eso? —me dijo asustado.
                                            —No se... reza... sé que no eres religioso, pero sería

                                    bueno que le pidas a alguien o a algo que se preocupe por el
                                    en estos momentos.




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