Page 64 - Resiliente
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Avanzamos en silencio hasta el cuarto de limpieza, Máximo me

                                    miro y los dos asentimos, yo retrocedí, subí la escopeta y me
                                    quedé apuntando, en realidad olía a mierda y a orines, retrocedí

                                    un poco más y Máximo movió el pomo y jalo de ella, pero esta
                                    no se abrió, me miro.



                                            —Está trabada por dentro...

                                            —Pégale un tiro —le dije mientras asentia.


                                    Máximo saco la pistola del bolsillo y le apunto a la cerradura,
                                    cuando le disparo está brinco por los aires y la puerta

                                    se abrió lentamente, Máximo tiro de ella y la abrió más rápido,
                                    de la oscuridad no salió absolutamente nada, saque lentamente

                                    de mi bolsillo una linterna y se la tire a Máximo.



                                            —No hay ventana en el cuarto —dijo él.



                                    Prendió el swich y apunto el haz de luz hacia el interior,
                                    recorrió el cuarto con ella desde fuera mientras yo apuntaba

                                    al interior con la escopeta. Entonces Máximo se detuvo sobre
                                    un cuerpo, alargado, enflaquecido en aquellos momentos, pálido,

                                    que levantaba lentamente la mano.



                                            —La madre... —dijo Máximo entrando a tropezones.



                                    Yo entre también, el tufo del interior era horroroso, sin
                                    embargo, no nos importó, mire en el suelo unas pocas latas

                                    y varios litros de un líquido amarillento, que identifique como
                                    orina rápidamente, entonces mire al tipo acostado, observe que

                                    me miraba.



                                            —Loco... te tardaste mucho...



                                    Débil, moribundo, deshidratado y casi desnutrido, me miraban
                                    los ojos amarillentos de mi amigo, ojos inyectados en sangre...

                                    era Mauro.






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