Page 155 - Aldous Huxley
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                  -Pues yo no quiero comodidad. Yo quiero a Dios, quiero poesía, quiero peligro real,
                  quiero libertad, quiero bondad, quiero pecado.

                  -En suma -dijo Mustafá Mond-, usted reclama el derecho a ser desgraciado.


                  -Muy bien, de acuerdo -dijo el Salvaje, en tono de reto-. Reclamo el  derecho  a  ser
                  desgraciado.


                  -Esto, sin hablar del derecho a envejecer, a volverse feo e impotente, el derecho a tener
                  sífilis y cáncer, el derecho a pasar hambre, el derecho a ser piojoso, el derecho a vivir en
                  el  temor  constante  de lo que pueda ocurrir mañana; el derecho a pillar un tifus; el
                  derecho a ser atormentado.

                  Siguió un largo silencio.


                  -Reclamo todos estos derechos -concluyó el Salvaje.

                  Mustafá Mond se encogió de hombros.


                  -Están a su disposición -dijo.
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