Page 89 - Aldous Huxley
P. 89

89






                  Bernard se sonrojó, turbado.

                  -Verás  -dijo,  tartamudeando  y  sin mirarle-, yo soy bastante diferente de los demás,
                  supongo. Si por azar uno es decantado diferente...


                  -Sí, esto es -asintió el joven-. Si uno es diferente, se ve condenado a la soledad. Los
                  demás le tratan brutalmente. ¿Sabes que a mí me han mantenido  alejado  de  todo?
                  Cuando los otros muchachos fueron enviados a pasar la noche en las montañas, donde
                  deben soñar cuál es su respectivo animal sagrado, a mí no me dejaron ir con los otros; ni
                  me revelaron ninguno de sus secretos. Pero yo lo hice todo por mí mismo -agregó-. Pasé
                  cinco  días  sin  comer absolutamente nada y una noche me marché solo a aquellas
                  montañas.

                  Bernard sonrió con condescendencia. -¿Y soñaste algo? -preguntó.


                  El otro asintió con la cabeza.

                  -Pero no debo decirte lo que soñé. -Guardó silencio un momento, y después, en voz
                  baja, prosiguió-: Una vez hice algo que ninguno de los demás ha hecho: un mediodía de
                  verano, permanecí apoyado en una roca, con los brazos abiertos, como Jesús en la cruz.

                  -Pero ¿por qué lo hiciste?


                  -Quería saber qué sensación producía ser crucificado. Colgar allá, al sol...

                  -Pero ¿por qué?


                  -¿Por qué? Pues... -vaciló-. Porque sentía que debía hacerlo. Si Jesús pudo soportarlo...
                  Además, si uno ha hecho algo malo... Por otra parte, yo no era feliz; y ésta era otra
                  razón.


                  -A primera vista, parece una forma muy curiosa de poner remedio a la infelicidad -dijo
                  Bernard.


                  Pero, pensándolo mejor, llegó a la conclusión de que, a fin de cuentas, algo había en
                  ello. Quizá fuese mejor que tomar soma...

                  -Al cabo de un rato me desmayé -dijo el joven-. Caí boca abajo. ¿No ves la señal del
                  corte que me hice?

                  Se levantó el mechón de pelo rubio que le cubría la frente, dejando al descubierto una
                  cicatriz pálida que aparecía en su sien derecha.

                  Bernard miró y se apresuró a cambiar de tema.


                  -¿Te gustaría ir a Londres con nosotros? -preguntó, iniciando así el primer paso de una
                  campaña  cuya  estrategia  había  empezado  a elaborar en secreto desde el momento en
                  que, en el interior de la casucha, había comprendido quién debía ser el padre de aquel
                  joven salvaje . ¿Te gustaría?
   84   85   86   87   88   89   90   91   92   93   94