Page 84 - Aldous Huxley
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                  Linda le enseñó a leer. Con un trozo de carbón dibujaba figuras en la pared -un animal
                  echado, un niño dentro de una botella-, y después escribía detrás: EL GATO DUERME,
                  EL PEQUE ESTÁ EN EL BOTE. John aprendió de prisa y con facilidad. Cuando ya
                  sabía leer todas las palabras que su madre escribía en la pared, Linda abrió su gran caja
                  de madera y sacó de debajo de aquellos graciosos pantalones rojos que nunca llevaba un
                  librito muy delgado. John lo había visto ya muchas veces.

                  -Cuando seas mayor -le decía siempre su madre- te dejaré leerlo.

                  Bueno, ahora ya era lo bastante mayor. John se sentía muy orgulloso.


                  -Temo que no lo encontrarás muy apasionante -dijo Linda-, pero es el único que tengo. -
                  Y suspiró-. ¡Si pudieras ver las estupendas máquinas de leer que tenemos en Londres!

                  John empezó a leer.  El Condicionamiento químico y  bacteriológico  del  embrión.
                  Instrucciones prácticas para los trabajadores Beta del Almacén de Embriones.  Sólo
                  leer el título le llevó un cuarto de hora. John arrojó el libro al suelo.

                  -¡Libro feo, libro feo! -exclamó.


                  Y se echó a llorar.

                  Los muchachos seguían cantando su horrible canción acerca de Linda. Y a  veces  se
                  burlaban de él porque iba tan desarrapado. Cuando se le rompían los vestidos, Linda no
                  sabía remendarlos. En el Otro Lugar, le dijo su madre, la gente tiraba la ropa vieja y se
                  compraba otra nueva. -¡Harapiento, harapiento! -le chillaban los muchachos.


                  Pero yo sé leer -se decía John-, y ellos no. Ni siquiera saben lo que es leer. No le era
                  difícil, si se esforzaba en pensar en aquello, fingir que no le importaba que se burlaran
                  de él. Pidió a Linda que volviera a prestarle el libro.


                  Cuanto más cantaban los muchachos y más lo señalaban con  el  dedo,  tanto  más
                  ahincadamente leía. Pronto pudo leer todas las palabras. Hasta  las  más  largas.  Pero,
                  ¿qué  significaban?  Se  lo preguntó a Linda. Pero ni siquiera cuando ésta podía
                  contestarle lo comprendía con claridad. Y generalmente ni siquiera podía contestarle.

                  -¿Qué son productos químicos? -preguntaba John.


                  -¡Oh! Cosas como sales de magnesio y alcohol para mantener a los Deltas y los
                  Epsilones pequeños y retrasados, y carbonato de calcio para los huesos, y cosas por el
                  estilo.


                  -Pero, ¿cómo se hacen los productos químicos, Linda? ¿De dónde salen?

                  -No lo sé. Se sacan de frascos. Y cuando los frascos quedan vacíos, se envía a buscar
                  más al Almacén Químico. Supongo que la gente del Almacén Químico los fabrica. O
                  acaso van a buscarlos a la fábrica. No lo sé. Yo no trabajaba en eso. Yo estaba ocupada
                  en los embriones.
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