Page 145 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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LA  ÚLTIMA  MUTACIÓN  DEL  HELENISMO  ESPIRITUAL  145


     El gusto por io macabro, lo morboso, lo deforme, por aquello que niega la
      razón y la cordura del hombre, aparece expuesto con una complacencia
     que le competiría al psicoanálisis. Sin duda, su lección no es en absoluto
     distinta de la del arte clásico, pero las convulsiones de una época angustio­
     sa liberaron al artista de sus reservas y escrúpulos: la victoria del espíritu es
     ardua, manchada de sangre, impura. Sobre la elevada acrópolis de Pérga-
     mo, un mundo conocedor del terror y los fantasmas se traicionaba tanto
     como se traducía.



         Rodas  también poseía  una brillante escuela de escultores;'2 que es
     mejor vincular a  los  talleres  asiáticos:  La producción  es  muy variada,
     desde una triple H écate de estilo arcaizante a una Ninfa que aborda muy
     libremente una de las esculturas más modernas, la Afrodita en cuclillas
     de Doidalses. La obra maestra es el grupo del Laocoonte (hacia el 50),
     donde se manifesta un gusto por lo patético que recuerda mucho a Per-
     gamo, tal vez con algo más de ternura por los niños que las serpientes
     traían de asfixian
         Esa misma «anatomía del sufrimiento» (Ch. Picard) se encuentra en
     Tralles, en el enorme grupo del Toro Famesio (hacia el 100). Aquí, lo mis­
     mo que los poetas se acercan a temas poco conocidos, los artistas  re­
     cuerdan con placer un mito muy raro, el del castigo de Dirce por ios dos
     hijos de Antíope. En lo alto de ana roca, los jóvenes preparan el suplicio
     de Dirce, cuyo cuerpo palpitante, atado a los cuernos de un toro salvaje,
     será arrojado seguidamente a una fuente: una enorme masa piramidal y
     la emoción hasta el paroxismo,
         Al norte de Anatolia trabajaban dos grandes maestros. Didalses de
     Bitinía, que esculpió una Afrodita en cuclillas, en el baño, haciendo res­
     balar el agua sobre su cuerpo entrado en carnes: una escena de género,
     donde la diosa no es más que el pretexto para desplegar un audaz vir­
     tuosismo, Boeto de .Calcedonia- realizó un encantador Niño de la oca,
     que manifiesta un gusto renovado por los temas infantiles.
        La escuela siria conservó cierto clasicismo, recreándose en la repre­
     sentación del modelo femenino rollko, de formas  opulentas. La obra
     más característica es el grupo de Afrodita, Pan y Eras, hallado en Délos,
     en el centro de los posidoneístas de Beritos: k  diosa está muy cercana a


        42.  Sobre Cares ele Lindos, véase k  pág,  143.
        43.  Sobre ios «lechos de Boeco», véase la pág.  1.5 í.
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