Page 229 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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MÄS  ALLÁ  DE  LAS  FRONTERAS  POLÍTICAS  229

     Bodh  Gaya: la cuádriga encabritada  de  Surya,  el  dios  solar,  que en  él
     aparece y el centauro de un medallón son temas de importación.


         El  arte sungga,  que  afecta principalmente  a la  India central,  tenía
     formalmente prohibida la representación de Buda en relieves y, con más
     razón aún, en  altorrelieves, sólo se le podía evocar mediante símbolos
     transparentes. Por otra parte, la presencia del helenismo es tamizada y
     modesta. A la etapa siguiente, la era kushana, le corresponde represen­
     tar, en Gandhara, una escultura en la que está representado el gran Ca­
     ritativo, en el que las influencias griegas tienen vía libre. Buda aparece
     con los rasgos juveniles de Apolo, la nariz en la prolongación de la fren­
     te y la boca bien marcada; sólo los pesados párpados y el abotargamien-
     to del rostro son de tipo oriental. Presenta sus características distintivas:
     el moño, el punto de la sabiduría entre los ojos y los lóbulos de las ore­
     jas alargados.  Su manto monástico es un auténtico himation,  con plie­
     gues diestramente concéntricos. También Zeus sirvió de modelo para el
     genio  del rayo,  y las  Ménades para las  Nagi, mientras  que otras obras
     muestran una Atenea o el caballo de Troya con Casandra.
        Los ejemplares más bellos del arte del Gandhara —que pronto hizo
     escuela tanto en Matura como en Amaravati— , los relieves y estatuas de
     esquisto azul de Gandhara y las figurillas de estuco de Hadda (Afganistán)
     o de Taxila datan del período romano (siglos π-v) y cabe relacionarlas con
     el apoyo ilustrado que el más importante de los soberanos kuchana, Ka-
     nishka, le brindó al budismo, gracias a la incomparable prosperidad de su
     imperio y al desarrollo del budismo del Gran Vehículo. Pero desde nues­
     tro punto de vista (aunque el tema está en discusión), lo cierto es que su
     aparición es mucho más antigua y se remonta aproximadamente al año
     100: fue en el reino grecoindio donde las influencias helénicas, llegadas de
     Alejandría y de Siria, lograron manifestarse con suficiente fuerza como pa­
     ra romper los tabúes sobre la representación con imágenes.
        Así, las divinidades y los héroes de la religión griega proporcionaron
     al budismo su iconografía, como lo harían poco después con el cristia­
     nismo.  Pero, paradójicamente, la tradición helénica fue más fuerte en
     Asia que en Occidente. A lo largo de un milenio, aproximadamente, el
     Buda-Apolo  conquistó poco  a poco  India,  el Asia central,  Indochina,
     China,  Corea y Japón,  evolucionando y deformándose de manera im­
     perceptible. Hay pocas repercusiones del helenismo tan inesperadas. El
     más noble de los dioses griegos caminando lentamente junto a los pro­
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