Page 50 - El camino de Wigan Pier
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                 uando  uno  se  entera  del  número  de  parados,  estimado  en  dos  millones,  es
           Cfatalmente  habitual  entender  por  ello  que  hay  dos  millones  de  personas  sin

           trabajo y que el resto de la población vive relativamente bien. Confieso que, hasta
           hace poco, yo hacía lo mismo. Calculaba que, contados los desempleados registrados,
           cuyo  número  era  de  unos  dos  millones,  añadiendo  las  personas  sin  recursos  y
           aquellos obreros en paro que por una razón u otra no estaban registrados, se podía

           suponer que el número de gente subalimentada de Inglaterra (pues todas las personas
           que  viven  del  subsidio  de  paro  están  subalimentadas)  era,  como  máximo,  de  unos
           cinco millones.
               Este cálculo es enormemente optimista. En primer lugar, las personas que forman

           las  listas  de  desempleados  son  sólo  las  que  cobran  el  subsidio,  o  sea,  en  general,
           cabezas de familia. Las personas que dependen de un hombre sin trabajo no figuran
           en  la  lista,  a  no  ser  que  alguno  de  ellos  cobre  otro  subsidio  por  su  lado.  Un
           funcionario de una Oficina Laboral me dijo que, para obtener la cifra real de personas

           que dependían del subsidio, había que multiplicar las cifras oficiales por algo más de
           tres.  Esto  sólo  da  unos  seis  millones.  Y  hay  que  añadir  aún  un  gran  número  de
           personas  que  tienen  trabajo  pero  que,  desde  el  punto  de  vista  de  su  economía,  es
           como  si  no  lo  tuvieran,  pues  lo  que  cobran  no  puede  ser  considerado  un  salario

           vital [11] .  Añádanse,  pues,  estas  personas  y  las  que  dependen  de  ellas,  súmese  la
           cantidad antes mencionada de ancianos jubilados, personas sin recursos y otros varios
           grupos,  y  se  tendrá  una  población  subalimentada  de  más  de  diez  millones  de

           personas. Sir John Orr establece esta cantidad en veinte millones.
               Tómense las cifras de Wigan, ciudad típica de los distritos industriales y mineros.
           El número de trabajadores asegurados es de unos 36 000 (26 000 hombres y 10 000
           mujeres). De éstos, el número de desempleados a principios de 1936 era de unos

           10 000. Pero esto era en invierno, cuando las minas trabajaban a pleno rendimiento;
           en  verano  debió  de  ser  de  unos  12 000.  Multiplíquese  por  tres,  como  antes,  y  se
           obtiene la cifra de 30 000, o bien de 36 000. La población total de Wigan no alcanza
           los 87 000 habitantes; de modo que, en cualquier momento, más de una persona de

           cada tres habitantes —no de cada tres obreros registrados, sino de cada tres habitantes
           de la ciudad— está cobrando el subsidio de paro o viviendo de él. Estos diez o doce
           mil  parados  incluyen  un  grupo  constante  de  cuatro  o  cinco  mil  mineros  que  han
           estado sin trabajo, ininterrumpidamente, durante los siete últimos años. Y en Wigan

           la situación no es especialmente mala con relación a las demás ciudades industriales.
           Incluso en Sheffield, donde se ha trabajado mucho en este último año, debido a las
           guerras y a los rumores de guerra, la proporción de paro es más o menos la misma:
           uno de cada tres obreros registrados.

               En  los  primeros  tiempos  después  de  haber  quedado  sin  empleo,  un  trabajador


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