Page 354 - Biografia
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Yo Beto: Una Historia Chévere para contar



               Desde los 6 años, me llevaban a la peluquería del señor Rodríguez, era un señor
            muy atento y tenía la oreja derecha con una hendidura, nunca me atreví a preguntarle
            porque. Me sentaban en la silla color rojo y mis padres siempre decían: “El corte para
            el niño, es de hombre desvanecido”






               El lápiz Mirado N°2 de color amarillo y el lápiz 2H de color azul, ambos con borra-
            dor en uno de sus extremos, los utilizaba mucho en las “planchas” que me hacían tras-
            nochar, me encantaba hacerlas y siempre en clase de dibujo, saque muy buenas notas






               Crema dental Pepsodent, la Kolynos era más cara, pero sabía más rico






               La Fina, mantequilla suave y rica, la presentación era en forma de dado y con em-
            paque dorado, que será que todo lo que converso me sale en verso. Me fascinaba su
            jingle comercial que escuchaba en radio, decía cantadito: “La Fina… la margarina…
            la preferida en la mesa y cocina… la Fina… a todos les gusta más… con tostadas,
            galletas o con pan…!”, inicialmente este comercial fue cantado por la actriz y cantan-
            te, Yolima Pérez, esta mantequilla si me la comía





               Había dos almacenes grandes en Bogotá donde se podía comprar a crédito, general-
            mente se pagaba semanal, y a uno le llevaban la cuenta en una tarjeta de cartón, estilo
            “gota a gota”. Todo en electrodomésticos en almacenes Murcia de la calle 20 con ca-
            rrera 7ª, su gancho de venta para comprar el radio o la radiola, era: “Tarde o temprano
            su radio será un Phillips, y Murcia se lo vende”, y el otro almacén, era radio Décima,
            con el mismo estilo de Murcia, quedaba en la carrera décima con avenida Jiménez es-
            quina, pero este era más grande y tenía más electrodomésticos baratongos






               Me encantaba el “carrusel de caballos”, instalado debajo de un kiosco estilo chino
            de lámina, ubicado en el parque san Diego, arriba de la calle 26 con carrera 7ª. Siempre
            me llevaban los domingos después de misa, en la iglesia de las nieves o en la de san
            Diego. Para bajarme de ese carrusel, después de 1 o 2 horas de montar en él, había
            pelea con mis padres







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