Page 355 - Biografia
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Jorge Humberto Barahona González



               A mis padres todo les podía faltar en diciembre, menos el almanaque Bristol y el
            almanaque del siguiente año. Mi costumbre, cuando era grande y trabaje, era la mis-
            ma. En la actualidad, tengo colección de Bristol, revistas de farándula y selecciones, mi
            afición definitivamente viene desde la época de mis padres en 1962






               Después de la afeitada de todos los días de mi padre, aprendí a usar lápiz cicatri-
            zante en caso de cortada, todos los productos Shulton y la loción pino silvestre,
            venia en estuche de lujo, era costosa y olía muy rico. Otro detalle que nunca olvidare,
            es que se afeitaba con maquina automática Gillette, brocha y crema para afeitar
            mentolada, siempre que lo veía, para mí, era todo un espectáculo






               Había unas galletas con bocadillo, una sobre otra, estilo sándwich, su forma era cua-
            drada, se llaman “herpos”, los vendía en su súper tienda mi tía Alicia, nosotros, Óscar
            Isidro y Beto, o sea yo, comíamos como locos estos herpos, porque la súper poderosa
            tía Alicia, cuando le pedíamos algo de la tienda, siempre nos decía: “Claro mijitos, co-
            jan lo que quieran que para eso son”





               Donde la señora Margarita, en la esquina de la calle décima con primera, frente
            al teatro Egipto, o donde la señora Virginia, una viejita simpática y a pesar que su
            tiendita era muy pobre y pequeñita, a mí me gustaba comprar ahí porque me quedaba
            más cerca de la casa y me sobraba tiempo para jugar. En estas dos tiendas, me tocaba
            comprar el paquete de cigarrillos piel roja sin filtro para la abuela Emelina que, con la
            colilla de uno, prendía el otro






               Nunca se me olvidaran los primeros centros comerciales que conocí en mi época
            (1959). El pasaje Rivas, quedaba de la carrera 10ª con calle 11, se compraban baú-
            les, colchones, muebles típicos, artesanías, juguetes en madera, etc. Y el pasaje Her-
            nández, este ya era techado en vidrio, quedaba en la carrera 8ª con calles 12 y 13.
            Se podían comprar vestidos de novia y novio, de primera comunión, vestido de paño,
            zapato fino, tenis, sombreros, sobretodos, capas en piel de animal, y sombreros para
            ceremonias, muchas veces acompañe a mis dos mujeres súper poderosas, Blanca y
            Alicia para que se compraran sus estolas finas, cuando deseen, saboreando un deli-
            cioso chocolate santafereño bien espumoso, les muestro los albumen familiares, las
            fotografías que no me dejan mentir sobre las compras en el pasaje Hernández






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