Page 360 - Biografia
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Yo Beto: Una Historia Chévere para contar



               Su sabor era delicioso, era transparente en botella de vidrio y contenido de 350 ml.
             Se llamaba Leona pura, lo que más me gustaba, era que cuando se destapaba hacia
             muchas burbujas, según mi madre, para quitar la sed, y a uno le hacían ricas cosquillas
             en la nariz






               Los cuadernos cuadriculados, rayados, de ferrocarril, para solfeo y de dibujo, siempre
             eran Titán, Ibérica o El Cid, mi padre me los compraba por medias docenas y me nu-
             meraba las hojas para que no se las arrancara, tan lindo el niño, no...?. Siempre saque
             buenas notas, ya que mis cuadernos eran con márgenes y letra bonita, los profesores
             siempre los ponían de ejemplo






               Los  estudios  fotográficos  donde  siempre  me  llevaban  mis  padres,  estudios foto
             Chávez, estudios Valenzuela (donde me gane el concurso a los 2 años en el teatro
             Faenza) foto estudios Preciado, Foto Cano, Velón estudios, foto estudios Arte XX
             (calle 16 con carrera 10ª, edificio seguros Bolívar), foto estudios Sierra (calle 60 con
             Av. Caracas)





               En el chocolate corona, salían unos cupones que usted acumulaba, cuando mi ma-
             dre reunía una buena cantidad, más de 300, me llevaba a cambiarlos en la zona de la
             carrera 18 con calle 13 o Av. Jiménez, frente a la estación de la Sabana, allí reclamaba
             olletas chocolateras, cucharones, molinillos de palo, ollas en aluminio y planchas de
             vapor. Cuando mi madre murió, encontré muchas boletas o cupones, exactamente 800,
             ya amarillos por el tiempo, creo que desde unos 30 años atrás. Me fui a la carrera 18
             con calle 13, que era la dirección que aparecía ahí, y me cambiaron los cupones, no
             recuerdo porque cosas, me tomaron fotos para el archivo de ellos. A veces me encan-
             taba comerme el chocolate crudo, además del que me daban en mi taza chocolatera de
             doble oreja, que según mi madre, era la del abuelo Jorge






               La enciclopedia Salvat de 24 tomos, lo sabía todo, mi padre siempre nos la com-
             praba a mi hermana Yaneth y a mí, para que nunca pidiéramos libros prestados en casa
             ajena. Cuando debíamos hacer las tareas de investigación, siempre nos decía: “Que
             yo no los vea en casa prestada ni en biblioteca sacando libros, todo está aquí en
             su casa” y nosotros contestábamos: “Si señor”







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