Page 357 - Biografia
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Jorge Humberto Barahona González
Lo hacían, según recuerdo, de sangre de toro que comparaban los sábados desde
las 6 de la mañana, en el matadero municipal quedaba en la calle 13 (Av. Jiménez) con
carrera 32, mi madre los preparaba en leche, quedaban como albóndigas y sabían de-
licioso, decían que eran un gran alimento, se llamaban “los claros”
En el hipódromo de techo, cada 8 días, había carreras de caballos, eran trasmiti-
das por televisión, los domingos de 1 a 6 de la tarde, me fascinaba estar pendiente de
los caballos y los jockeys que los montaban. El concurso 5 y 6, lo sellaba los sábados
con la ayuda de la revista especializada “La Meta”. Yo me guiaba por los jinetes de los
caballos, confiaba mucho en los mejores, Ramón Cornejo, José Alonso y otros 4 o 5
que ya no recuerdo. Toda la semana estaba pendiente para que el sábado, al ir a sellar
mi formulario, no me equivocara, por eso seguía a los expertos en los programas espe-
cializados por radio en la cadena Todelar de Colombia, don Gonzalo Amor, comenta-
rista argentino y Alberto Díaz Mateus, narrador colombiano, espectacular
En el parque nacional, todos los domingos a las 11 de la mañana, me llevaban pri-
mero al teatro de títeres y después íbamos a ver jugar hockey sobre cemento, para
ver si me aficionaba, pero nunca me gusto, lo mío era el básquetbol
Cuando cumplí los 15 años, yo ya era un ciudadano importante, por lo tanto, mis pa-
dres me abrieron mi primera cuenta bancaria, la libreta de plata del banco de Bogotá.
Después con el tiempo, junto con Libertad, les sacamos a Jorge Alejandro y a Sandra,
su propia libreta, el deposito fue de 200.000 mil pesos para cada uno, e inclusive yo, en
alguna ocasión, les pedí plata prestada y a la fecha, no se las he devuelto
Los bacilos búlgaros, eran buenísimos para purgarnos. Acción de purgar, sacar del
estómago del chino lombrices, cucarachas etc. Producía diarrea y sabia a diablos, pero
era efectivo. Me metían la cabeza entre las piernas de mi padre y me embutían el me-
dicamento por 4 días, lo alimentaban a uno a punta de maizena y candil (era inmundo),
pero al chino, o sea yo, le servía.
Los almacenes de disco “Bambuco”, había varios en la ciudad, nosotros íbamos
mucho al de la carrera 7ª con calle 12 en época de diciembre, se llenaban de gente
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