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laura sánchez Blanco / josé luis hernández huerta
«Por la presente desearíamos, que atendierais al compañero Miguel Mar-
tínez Aránega, portador de la misma, el cual os pedirá los documentos que por
mediación de este Consejo Nacional, se le tramitaba con el objeto de poder des-
plazar a unos hijos, del interesado a Francia…» 49
Estos padres pensaron que sus hijos vivirían mejor en Francia, pero
la suerte no fue la misma para todos. Algunos infantes tuvieron la suerte
de ser alojados en palacios abandonados o incautados en óptimas condi-
ciones y que se utilizaban como colonias escolares. Las ayudas del Go-
bierno Vasco, de la administración francesa y de organismos
internacionales permitieron a estos niños disponer de alojamiento, ali-
mentación e incluso educación. Mientras otros vivían en refugios insta-
lados en edificios en ruinas, donde las condiciones de habitabilidad eran
muy precarias y la educación irregular. Las familias de adopción fueron
otra alternativa donde los recursos económicos condicionaron las expe-
riencias de los infantes, unos pudieron vivir cómodamente y otros se en-
contraron en una situación más precaria a la vivida en España. Además,
algunos niños sufrieron la separación entre hermanos, pues eran adop-
tados por diferentes familias. En los peores casos, algunos padres adop-
tivos, que no podían tener hijos, intentaron borrar los orígenes de estos
niños para que se olvidasen de sus padres biológicos. En los mejores casos
los niños fueron integrados en el ámbito familiar incluso en el escolar,
aprendieron el idioma del país sin dificultad y convivieron con sus com-
pañeros en comunidad. Experiencias mejores o peores que los niños vi-
vieron pero que no decidieron, pues como reconoce González Martínez:
«Las evacuaciones de los niños españoles al extranjero durante la Guerra
Civil, que deben catalogarse como manifestaciones de exilio forzoso y no vo-
luntario (los padres pueden ser emigrantes voluntarios o forzados, pero los
niños resultan siempre “exiliados”, no eligen partir y no pueden elegir volver),
se concibieron con carácter temporal, mientras durasen las circunstancias béli-
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cas, y con el objetivo de un pronto regreso a España» .
En la zona nacional la protección a la infancia se llevó a cabo de ma-
nera diferente. Los niños debían ser apartados de los frentes de batalla
pero cuidados en su país de origen. Para ello se contaba con el Auxilio
Social que se encargó de cuidar y educar a todos los niños huérfanos y
abandonados en sus instituciones asistenciales . Las mujeres de la reta-
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guardia nacional inculcaron a los pupilos los principios del estado nacio-
nal-católico y se encargaron de sustituir a las familias ausentes o
desaparecidas. Pero los niños también tuvieron problemas de adaptación
y de convivencia, especialmente los niños de familias republicanas, pues
ellos no querían estar con las personas que habían luchado con sus pa-
dres. Al final y al cabo los niños estaban «pagando una deuda contraída
por los mayores», y, «sufriendo las consecuencias de actos o ideas en las
que no intervieron» .
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240 Temas y perspectivas sobre educación. La infancia ayer y hoy