Page 110 - LIBRO ERNESTO
P. 110

Ernesto Guerra Galarza



            Los demás no llegaban, a pesar de que a la fiesta habíamos sido
            invitados solamente los jugadores principales, los de la argolla, los
            duros del equipo, como dirían ahora. Salgado se despertó asustado a
            las siete de la mañana y me preguntó que pasaba, que no había llegado
            la mayoría. Le dije que creía que se habían quedado dormidos en El
            Rosado, donde fuimos a la madrugada a tomar un caldo. Fuimos al
            restaurante y efectivamente, tres jugadores dormían plácidamente. Les
            subimos al bus y al fin pudimos arrancar hacia Ambato.

            En Latacunga hicimos escala para desayunar. No era un desayuno
            apropiado para un deportista, para un futbolista específicamente. Nos
            bajamos con la idea de mitigar el chuchaqui que agobiaba. Comimos
            de todo y tomamos líquidos como verdaderas esponjas. Al fin llegamos
            al Bellavista. Salgado configuraba la alineación y le faltaba un titular.
            Era el ‘Pajarito’ Charpantier, que no había viajado con el grupo.


            De inmediato, el ‘Compadre’, así le decían a Salgado, ordenó el
            ingreso como abridor de Oswaldo Hidalgo. Mi amigo del alma de
            toda la vida se emocionó. Bien dormido y descansado, sintió que había
                                            llegado su gran oportunidad.
                                            Cuando estábamos en pleno
                                            calentamiento, se escuchó una
                                            bulla cerca del camerino. Era el
                                            ‘Pajarito’ que había viajado por
                                            su cuenta. Stalin fue rápidamente
                                            al baño y vomitó. El DT ordenó
                                            el cambio de última hora: “juega
                                            Charpantier”, dijo sin que se le
                                            mueva un pelo, desinflando sin
                                            remordimientos  la ilusión  de
                                            Hidalgo.


                                            ‘Pajarito’ estaba perdido. No sabía
                                             si iba o venía. Aún no le había
                                             pasado el efecto de las copas.
            En el alto de un entrenamiento junto a Stalin
            'Pajarito' Charpantier, uno de sus aliados y   De pronto, a los 10 minutos,
            compinches en Deportivo Quito.   un zaguero de Macará envió

            110
   105   106   107   108   109   110   111   112   113   114   115