Page 127 - LIBRO ERNESTO
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Capítulo 6
requerían los jugadores de fútbol y nos esmerábamos en brindarles
todas las comodidades. Ya estaba encaminado con varios negocios
a la vez, y periódicamente realizaba viajes al exterior para encontrar
novedades y observar que se podía incrementar. En ese lapso decidí
desprenderme de Goles Sport, que lo vendí a Augusto Díaz, un hincha
del Deportivo Quito, que lamentablemente murió hace varios años.
Andaba en todos esos avatares, cuando un buen día, mejor dicho, una
buena tarde, llegaron al Café Cordillera: Jorge Solís, Jorge Hidalgo,
Augusto Espinoza, Jaime ‘Cachito’ Burbano y ‘Pirulo’. Todos eran
parte de la directiva del Deportivo Quito. Me encontraron en una hora
en la que no era habitual que me localicen en el negocio. Regresaba
siempre a las 5 de la tarde, después de atender a los clientes que iban
al almuerzo y me quedaba hasta el cierre a las 11 de la noche. Pero ese
bendito día había almorzado tarde, decidí quedarme y coincidimos.
Una velada junto a los dirigentes del Quito en 1967. Esa noche, sin saberlo, arrancaba el éxito.
Julio, que era uno de los saloneros me anunció que me buscaban, salí y
me encontré con los susodichos. Abrazos que van, abrazos que vienen
y me cuentan una historia repleta de frustración. En realidad venían a
pedirme con la angustia reflejada en sus rostros que me haga cargo de
la conducción técnica del Deportivo Quito.
Memorias de un triunfador 127