Page 132 - LIBRO ERNESTO
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Ernesto Guerra Galarza
Recuperé al zaguero Arturo Alvarado, que llegó luego de un discreto
paso por Barcelona, con el profundo ánimo de revancha. A él se sumó
Ramón ‘Joyita’ Valencia, que venía de Liga Deportiva Universitaria
buscando una oportunidad. Un día vino al Café Cordillera y le
pregunté si el pase le pertenecía y efectivamente, no había firmado los
documentos que lo comprometían con LDU.
Jugaba de puntero derecho, pero había percibido que tenía facultades
para arrancar desde atrás y convertirse en marcador de punta. Le
propuse una prueba y el manabita aceptó. Se acomodó a su nueva
posición sin complicaciones y resultó una pieza vital. En la otra punta,
como lateral derecho estaba Lincoln Utreras, un jugador del riñón del
club, de probada capacidad.
En el medio contaba con otro manaba, Segundo Alava, ‘El Cholo’,
un jugador que aportaba presencia, dinámica y fuerza, desde su
privilegiada estatura y su envergadura física. La tarea de organización
estaba en los pies del ‘Maestrito’ Gonzalo Calderón, un jugador frágil
pero de enorme técnica. Estaban un destructor y un creador.
En la vanguardia aparecía el ‘Petiso’ Sánchez, un jugador ambateño
que vino contratado como puntero izquierdo, pero que terminó
acomodándose como extremo derecho. Evidentemente había algunos
El inolvidable equipo del D. Quito, campeón nacional de 1968. Una formación formidable
que ganó el torneo de punta a punta, con el concurso de cuatro 'botijas' uruguayos.
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