Page 129 - LIBRO ERNESTO
P. 129

Capítulo 6



               fesional. Tras la consecución del título, me fui a los Estados Unidos en
               goce de vacaciones para ver que novedades habían salido en ‘Gringolan-
               dia’ e implementarlas en mi querido y venerado Café Cordillera.

               No tenía dando gracias a Dios, ningún apuro económico. En Deportivo
               Quito me habían pagado entre 1.500 y 2.000 sucres. Esa era la cantidad
               que constaba oficialmente en el rol de pagos, pero ya me había vuelto a
               sacudir el microbio del fútbol.

               Tocado por esta ‘saludable enfermedad’, al regreso de los Estados
               Unidos hice escala en Colombia y tuve la oportunidad de conversar
               largo y tendido con Gabriel Ochoa Uribe, en un cafetín de Bogotá. El
               doctor no era cualquier técnico. Dirigió a la selección norteña y años
               después, la mala suerte le dejó cuatro veces en la antesala de la Copa
               Libertadores de América. Hasta ahora no me explico como no pudo
               ganarla, aunque sea por una sola vez. Ahí entendí que en el fútbol
               también bailan los demonios.

               A esa mesa se sumaron varios personajes, porque era un local en el
               que se respiraba fútbol por todos los ambientes. Iba mucha gente
               relacionada con la actividad. El fútbol y sus variantes tácticas estaban
               de moda en Colombia. Estaban estudiando la trampa del offside.
               Discutían si era defensiva u ofensiva. La verdad es que se ajustaba a las
               dos posibilidades.


               En defensa, se adelantaban los zagueros 10 metros y los delanteros
               quedaban fuera de juego. Ofensivamente, servía para jugar exclusiva-
               mente en la cancha rival. Entendí la mecánica plenamente. También
               aproveché para visitar en Ibagué a la familia Granja, que eran amigos
               de mi padre y que son parte de mi familia. Son personas maravillosas.

               Cuando regresé a Quito me encontré con una gran sorpresa: habían
               armado un nuevo campeonato de ascenso, porque habían descendido
               Aucas y Universidad Católica. Programaron un nuevo torneo en el que
               teníamos que también enfrentar entre otros, a equipos de Manabí y de
               Tungurahua. Un hecho insólito que los dirigentes no pudieron defender
               con personalidad y se dejaron pasar por encima, como tantas veces ha

                                                Memorias de un triunfador  129
   124   125   126   127   128   129   130   131   132   133   134