Page 201 - LIBRO ERNESTO
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Capítulo 9



               hijas de Carlos Ernesto. Era verano y solo estaban en short y chancletas.
               Al rato salió Berrueta luciendo una pinta poco recomendable. Vestía
               short, musculosa negra y sandalias.

               Me presenté, le dije que quería dialogar con él, y sintiéndose incómodo,
               el ‘Gringo’ me sacó del canchón y me llevó a un cafetín cercano para
               conversar con mayor tranquilidad. Era un barrio pobre, casi una villa
               miseria. Le conté los detalles del proyecto, le dije que requiero un
               volante que sea el ‘patrón del equipo’. La ilusión se le prendió en el
               rostro y me citó a la mañana siguiente en el mismo cafetín.


               Pensé que cortó la charla, porque se sentía incómodo por la vestimenta
               con la que se había presentado. Me equivoqué, al otro día llegó con el
               mismo short crema y la musculosa negra. La propuesta le interesaba
               y rápidamente llegó a un acuerdo con Rubén Landázuri. Firmó por
               $1.500 dólares. Una cantidad muy cómoda para Aucas y muy buena
               para él, dada la triste situación que le aquejaba. Ya a esa altura, conocía
               toda su historia. Me la contaron Luis Aguerre y el ‘Tornillo’ Viera. Su
               vida era una verdadera tragedia.


               “Prendes un fósforo aquí y dejas atrás toda esta historia. Vamos a realizarte
               una transformación total y tienes que colaborar. Quiero que vuelvas a
               ser el crack del fútbol que se proyectaba. Tienes que cambiar tu imagen
               en forma total, inclusive en la vestimenta. Necesitas ropa deportiva de
               calidad. Esta oportunidad no la puedes desperdiciar, Aucas te brindará
               todas las condiciones de confort y el apoyo total”, le advertí, leyéndole
               todas las reglas, como condición para llevarlo a Ecuador.


               Entendió el mensaje de entrada. Creo que Landázuri le dio 500 dólares
               por concepto de adelanto. Con esa suma se había comprado cuatro
               pares de zapatos, tres o cuatro buzos, juegos de camisetas. En fin, se
               transformó de un momento a otro. Parecía mentira su reacción.


               Armamos el viaje incluyendo a su señora y a sus dos hijas. Los primeros
               días los acomodamos en una residencia ubicada en el sector de la
               Mariana de Jesús. Contaba un empleado del hotel, que él, su esposa y
               sus pequeñas muñecas pedían los platos más caros. Existía una razón:

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