Page 218 - LIBRO ERNESTO
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Ernesto Guerra Galarza



            Pero no olvido ni olvidaré, el ‘Abrazo del oso’ que me regaló Pedro
            Isaías. “Nos desquitamos, nos tomamos la revancha”, pronunció el
            sobrino del recordado Nahím, haciendo memoria del cetro que nos
            arrebataron cuando estaba en Filanbanco.

            Dimos la vuelta olímpica en compañía de mis hijos, Ernesto, Aníbal y
            Rafael, en medio de un carnaval de euforia ante una tribuna que miraba
            el festejo en completo silencio. Más de 60 mil hinchas amarillos no se
            explicaban semejante golpe.


            Bajó a la cancha, el ‘Rey de la Cantera’ y me pidió mi guayabera como
            souvenir. Se la di y me enfundé con profundo orgullo una camiseta de
            Nacional. En la misma cancha me fundí en un abrazo interminable
            con Santiago Egas, que derramaba felicidad.


            Otra vez habíamos truncado la celebración de Barcelona. Fuimos al cen-
            tro de la ciudad y constatamos que varias orquestas que estaban apostadas
            en 9 de Octubre y Boyacá se quedaron con los equipos instalados. Guaya-
            quil era un cementerio gigante. Esa es la otra cara de la moneda del fútbol.
            La felicidad de uno es la desgracia de otro. Igual que en la vida diaria.

























            La noche del Monumentalazo y esta fotografía que mueve las fibras más íntimas. Abrazado
            a Ernesto Jr, celebra el título en la cancha de Barcelona. El amor intocable de padre e hijo.



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