Page 265 - LIBRO ERNESTO
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Capítulo 12
esa necesidad. Que prefieren manejarse individualmente y en esa
dispersión hay muchos técnicos jóvenes y sin cartel que pierden, porque
la dirigencia de los clubes del fútbol ecuatoriano, salvo excepciones
piensan en los técnicos nacionales, solamente cuando tienen la soga al
cuello y hay que entregarle el moribundo para que fallezca en manos
de los más ingenuos, que están apurados por su necesidad imperiosa
de trabajar.
Siempre llegan a dirigir equipos destartalados que respiran con las
justas. Con plantillas impagas y desanimadas. Se han convertido en
bomberos. Y los incendios no se apagan cuando el fuego ya se ha
propagado en la mayoría del inmueble.
Aclaro que jamás pensé en forma individualista, pese a que siempre
tuve la fortuna de contar con múltiples trabajos y que no requería
cobijarme bajo ninguna sombra. Le di mi tiempo a la Agremiación,
cuando pude darle. Después cuando sentí que todos los intentos se
diluían por falta de aplicación y compromiso aborté la misión. No me
quedaba otro camino.
Siempre luché porque los técnicos nacionales tengan acceso a
cargos importantes, porque ha quedado demostrado que tenemos la
suficiente capacidad para luchar palmo a palmo con los profesionales
extranjeros que son los preferidos de los dirigentes. Hice valer mi
función y me irrité cuando a alguien se le ocurrió decir que quería
ganar como extranjero.
Jamás mi nacionalidad estuvo en juego. Puse precio a mi trabajo sin
mirar cuanto pedían los foráneos, que es un tema que no me interesaba.
Pedí lo que sentí que valía, porque la capacidad no se mide por la
nacionalidad. Llegué a convertirme en el técnico ecuatoriano más
caro. Creo que desde mi andarivel luché a muerte por mis principios y
por mis derechos, que fueron irrenunciables. Y cumplí con mi deber.
Hasta ahí llegó mi responsabilidad.
He palpado que hay una especie de canibalismo entre los técnicos
ecuatorianos. No se guardan la espalda, se critican y se desmerecen
Memorias de un triunfador 265