Page 274 - LIBRO ERNESTO
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Ernesto Guerra Galarza
Don Ernesto, el respetado secretario del Cabildo de Quito, nació, vivió
y murió en La Tola. Dividió sus días, trajinando por el centro de la urbe
en el cumplimiento de sus labores profesionales, y se identificó con la
Plaza del Teatro, en la que transitaba en horas de la tarde y noche. Fue
un personaje público de acrisolada carrera y honorabilidad.
Sus semillas germinaron. Marcelo es un fanático y Ramiro, que hace
poco murió, ocuparon con igual intensidad, escaños en la dirigencia y
en la tribuna. Si en medio de la hinchada, como motores de la ‘Culta
barra’, acaso el pedazo humano, más ingenioso y castigador, que ha
pisado las gradas de un estadio de fútbol en nuestro medio.
Los Espinoza Bermeo fueron los ‘dueños’ y representantes de
Eugenio Espinoza, el mayor ídolo del boxeo capitalino. El ‘campeón’
al que todos seguíamos con efervesencia en las veladas inolvidables
en el viejo Coliseo Julio César Hidalgo y luego en las tardes con olor
a cloroformo en la Plaza de Toros Quito. Ellos siguieron todo lo que
tenía perfume a deporte.
Ernesto Andrés, mi nieto es un hincha engendrado en esa probeta
de pasión que inyectaron los Espinoza Bermeo. Podría ocupar
El amor fraternal y la comunión de sentimientos entre nieto y abuelo. Es Ernesto Andrés, el
primero de la nueva hornada de los Guerra, identificados a muerte con la divisa azulgrana.
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