Page 66 - Bochaca Oriol, Joaquín Democracia show
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ESOS PRÍNCIPES QUE NOS GOBIERNAN...


                  Hemos hablado, en epígrafes precedentes, de ciertas debilidades de los gobernantes de este
                  pícaro mundo. Hemos aludido a ciertas minucias sexuales, sin importancia, excepciones que
                  confirman la regla de honestidad de nuestros príncipes, con o sin corona. Hemos mencionado
                  algunos fraudes electorales, unas cuantas payasadas, algún que otro cohecho. Hemos citado
                  pruebas sobre la tendencia a la intoxicación etílica de tal o cual gran hombre. O sobre su
                  pederastia. O sobre su capacidad para la profecía, atinada o no, que eso es lo de menos.    Hemos
                  disertado sobre sus ineptitudes. Hemos alabado, cual era de justicia, su proclividad al
                  camaleonismo. Excepciones, todo ello. Como máximo, un caso, o dos... Además, ya se sabe,
                  nadie es perfecto.

                  Creemos que no sería injusto mencionar, muy por encima, una tendencia que ciertos personajes
                  políticos tienen por la indelicadeza. Hemos debido detener la máquina de escribir unos instantes
                  para encontrar la palabra exacta, le mot juste. Ahí van unos cuantos ejemplos, que limitaremos a
                  personajes actuales, muy conocidos, o, al menos, muy recientes.

                  ¿Quién no conocía, por ejemplo, a André Malraux, polifacético genio, aviador en la Guerra Civil
                  Española, al lado del Ejército de la República, Premio Goncourt de Literatura, Ministro de
                  Información con la IV República y de Asuntos Culturales, durante diez años, con De Gaulle
                  Malraux, por sus escritos, era un filocomunista, lo cual tiene más mérito si se tiene en cuenta que
                  era hijo de un banquero. El mérito es aún mayor si se considera que luego se casó con la hija del
                  banquero sionista francés Goldsmitt, y luego convirtió esto en una tradición familiar al casarse
                  sucesivamente con otras dos hijas de banqueros. Pues bien, ese insigne prócer cometió un desliz.
                  No lo decimos en demérito suyo, sino más bien con objeto de resaltar su calidad humana; para dar
                  ánimos a los demás mortales que, al contemplar la figura impoluta y ejemplar del antiguo
                  dinamitero del Frente Popular y del Kuomintang -también estuvo en China con Chiang-Kai-Chek
                  cuando éste era comunista- se desanimen y no traten de emular las virtudes de tan insigne paladín
                  de la Cultura y del público bienestar. Nadie es perfecto, y ese pequeño desliz es, como diría Lord
                  Byron, cual una pequeña imperfección física en la mujer amada, que provoca nuestra ternura y
                  aguijonea nuestro deseo al comprobar que no es un ángel, sino una mujer

                  Sentencia del Tribunal.
                  La cámara correccional del Tribunal de Casación de Saigón ha celebrado esta mañana una
                  audiencia ordinaria bajo la presidencia del Juez Gaudin, asistido por los letrados d'Hooghe y
                  Léonardi.
                  El Tribunal, al dar su veredicto en el caso del robo de los bajorrelieves de Angkor, ha condenado al
                  comisario del Gobierno, André Malraux, a un año de cárcel, dejando la sentencia en suspenso, y a
                  una multa de 5.000 Francos, y a su cómplice, Jean Chévasson, a ocho meses de cárcel con
                  suspensión de sentencia. ( 117)

                  Un desliz, Los eternos criticones, que debían ser los desestabilizadores de la extrema derecha
                  francesa de la época, pretendieron que la sentencia del tribunal había sido escandalosamente
                  benigna. ¡Cuánta mezquindad! Al fin y al cabo, ¿qué había hecho Malraux Una pequeña tontería,
                  motivada por su bien conocido amor al Arte. Como comisario del gobierno francés que se ocupaba
                  de las investigaciones arqueológicas de Angkor, en Indochina, compró al arqueólogo Chévasson,
                  unos bajorrelieves, y se los llevó a su casa. El hecho de que los comprara con dinero del gobierno
                  y luego, ¡olvidadizos que son los sabios!, no se acordara de mencionarlo en sus cuentas oficiales
                  y, para hacer que estas le cuadraran, cargara el importe de la compra a cuenta de un viaje a
                  China, es algo que no tiene, evidentemente, nada de reprensible. Por que él fue a China. Que los
                  gastos de viaje se los pagara el Kuomintang comunista tampoco tiene nada de reprensible. ¿Y por
                  esto un año de prisión, aunque fuera con suspensión de la sentencia ¡Qué injusticia!
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