Page 71 - Bochaca Oriol, Joaquín Democracia show
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debió dimitir, por idénticos motivos, el General Brown, Jefe del Alto Estado Mayor Conjunto del
Ejército de los Estados Unidos.
Sórdidas historias, como se ve. Y no quisiéramos dar la impresión de que sólo ocurren en los
países de Occidente y mayoritariamente en la gran democracia norteamericana. En la URSS son
tan numerosos los casos de indelicadeza de los gobernantes, que el mencionarlos parecería
innecesario. Baste leer cualquiera de los numerosos libros que sobre la Nomenklatura, o nueva
clase política soviética, se han escrito ultimamente. Y el ejemplo les viene de lejos, a los nuevos
jerarcas moscovitas. ¿Acaso no fue Stalin, en sus años mozos, un salteador de bancos
Y ¿qué decir de España ¿Cuántos saben que la palabra Estraperlo, tan puesta en boga por la
práctica casi general en los años cuarenta y cincuenta, deriva de un escandaloso caso, promovido
por dos aventureros sionistas, Strauss y Perlowitz, en el que se vió envuelto, indirectamente, el
Presidente del Gobierno de la II República Española, en 1934, Alejandro Lerroux ¿Qué decir del
financiero Juan March, encarcelado en Cartagena y huído luego a Gibraltar, con todos sus
carceleros, y ayudando a la victoria de las tropas del General Franco en la Guerra Civil Y ya no
queremos entrar en el envío del oro del Banco de España a Odessa, ni de los escándalos Matesa,
Sofico, Aceites de Redondela, Aceite Asesino (colza), Rumasa, por que, con infinito respeto y no
menos infinita precaución, creemos no es prudente profundizar demasiado. Habrán muchas
garantías de libertad de expresión. El espíritu democrático es fuerte, si se quiere. Pero ya se
sabe que el espíritu es fuerte, pero la carne flaca. El lector amigo tiene suficiente inteligencia para
asociar a los casos arriba mencionados, nombres y circunstancias que están en el ánimo de todos.
LAS IDEOLOGIAS
Para reclutar a las masas ignaras, o de excesiva buena fé, muy a menudo los estadistas han
debido recurrir al señuelo de las ideologías. Grandes conceptos, grandes palabras, pero detrás de
todo, constantes históricas, intereses nacionales, en definitiva, Alta Política. Es así. Si la Religión
separa a los hombres morales de los inmorales; la Estética a las cosas en bellas y feas; si la
Economía se ocupa de los provechoso y lo inútil, la Política divide a los hombres en amigos y
enemigos. No importa que guste o no. Los estados nacionales (las Naciones-Idea, como dirían
Spengler y Yockey), son organismos vivos que existen independientemente del agrado o el
desagrado de los individuos. El subtrato portador de la Idea Nacional, la élite dirigente, si se
prefiere, ha debido siempre, para utilizar a las masas pasivas, esgrimir ideas que galvanizaran a
aquéllas. Dichas ideas no han debido ser necesariamente falsas, o inmorales; dichas ideas han
podido, muy a menudo, ser útiles o efectivas para los entes nacionales que las han utilizado. O han
podido, igualmente, ser falsas o inmorales, inútiles o detestables. Para los efectos políticos, es
igual. La Política auténtica -la Alta Política- se ocupa de hechos. Y para conseguir plasmar esos
hechos debe recurrir a diversas herramientas, cuya única justificación política es su utilidad, es
decir, su adecuación al fin.
Da igual que lo anterior suene a cinismo. Es un hecho. Y es así. Lo grotesco asoma cuando
ciertos charlatanes metidos a políticos han empezado, sin necesidad, a hablar como clérigos; a
veces, como clérigos laicos. Cuanto mayor es el grado de decadencia moral y biológica en que se
debate un pueblo, menor es su instinto vital y su afán combativo. Para reavivar ese instinto, el
substrato dirigente debe acentuar su presión a base de ideas. Y así tenemos que, oficialmente,
Inglaterra, en 1914, lucha por la defensa de la pequeña Bélgica. Como en 1939 luchará otra vez
por un débil agredido Polonia. El hecho de que en ambas circunstancias el agresor (término