Page 68 - Bochaca Oriol, Joaquín Democracia show
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magistrado que acusaba a Mitterrand de tres delitos contra la justicia francesa.    Mitterrand se pasó
                  casi cinco años en el ostracismo. Entretanto, sus enemigos todavía le llaman Saint Francois de
                  Salves, o San Francisco de Salvas, ironizando con el parecido eufónico con San Francisco de
                  Sales.

                  Otro gran hombre, injustamente criticado ha sido Willi Brandt. Sus enemigos pretenden que se
                  llama, en realidad, Herbert Karl Frahme. Frahme era el apellido de su madre, por cierto judía. Le
                  acusan de que, el 30 de enero de 1933, precisamente el mismo día en que los nacionalsocialistas
                  ganaban las elecciones en Alemania, asesino, en una reyerta electoral, a un marinero en la ciudad
                  de Lubeck, poniéndose a salvo en un bote con el que llegó a la costa danesa. Esto lo publicó no
                  hace mucho, en la Alemania Federal, una revista editada por un partido cristianodemócrata, el
                  C.D.U. (118). De Dinamarca pasó Brandt a Suecia, donde estuvo todo el tiempo que duró la
                  guerra, hablando por radio contra su patria y escribiendo un libro cuyo título De los alemanes y
                  otros criminales es autoexplicativo. Si Alemania hubiera ganado la guerra, Willi Brandt hubiera sido
                  considerado un traidor, a parte de la acusación de asesinato del marinero de Lubeck que contra él
                  pesaba. Pero Alemania perdió la guerra y esto convirtió a Willi Brandt en el gran hombre que es
                  hogaño. Desde burgomaestre de Berlín Occidental hasta Presidente del Gobierno de la República
                  Federal Alemana, pasando por el Premio Nobel de la Paz.
                  Por cierto que este gran hombre ha protagonizado, según la prensa de diciembre de 1982, un
                  episodio más bien chusco en la ciudad de Nürnberg. Recibido por el consistorio en pleno de dicha
                  ciudad, Willi Brandt tuvo que escuchar la siguiente frase, pronunciado por el Alcalde Herr Brandt,
                  hace unos años, cuando Vd. honró a esta ciudad con su visita, le regalamos esta reproducción
                  única y extremadamente valiosa, de la famosa Biblia de Nürnberg. La hemos recuperado,
                  comprándosela al mercader de libros usados a quien Vd. se la vendió, y la guardaremos
                  celosamente, dado su valor cultural que tan poco parece haber apreciado Usted. La escueta noticia
                  de agencia no precisaba si Herr Willi, por su parte, apreció el cumplido.


                  Como dice el provebio, vulgar y hortera, en todas partes cuecen habas. Hace unos meses,
                  O'Leary, el Ministro del Interior de la República de Irlanda debía dimitir de su cargo por haberse
                  descubierto que daba refugio en su propia casa, a un delincuente buscado por sus propios
                  funcionarios. Dicho delincuente, por otra parte, resultó ser homosexual. Y hace apenas un año,
                  hubo en Italia un escándalo mayúsculo, el mayor de su historia en términos puramente dinerarios,
                  al comprobarse que era nada menos que un general, Director de las Aduanas de la República, el
                  principal implicado en un asunto de contrabando de petróleo, importado de Libia, exento de
                  derechos de aduanas y comprado a precio más bajo que el de su curso mundial por estar
                  destinado al uso de orfelinatos y escuelas... para resultar luego que dicho petróleo era vendido en
                  el mercado negro. Y todavía colea el reciente caso del oportunísimo suicidio del financiero Calvi,
                  que ha puesto de manifiesto una serie de irregularidades bancarias en conexión, según se
                  asegura, con la Banca Vaticana. También fue en Italia donde el Presidente del Gobierno, Leone,
                  debió dimitir hará unos tres años, por tráfico de influencia.    Parece que nuestros pronombres, en
                  Occidente, tienen un don especial para mezclarse en asuntos indelicados.    Y si no, ¿qué decir del,
                  en su día, famoso caso de los diamantes de Bokassa, que tanto salpicaron al propio Presidente de
                  la República Francesa, Giscard d'Estaing    El asunto merece ser estudiado con cierto detenimiento.

                  Jean-Bedel Bokassa, presidente vitalicio, y luego Emperador, por su propia gracia, de la República
                  Centroafricana, con el nombre de Bokassa I, reinaba como un verdadero tirano sanguinario en la
                  antigua colonia francesa de Ubangui-Chari. Como sus brutalidades no molestaban a nadie
                  importante, y sólo a pobres diablos compatriotas suyos, el Establishment no se preocupaba mucho
                  de él. Pero un buen día el Emperador Bokassa I tuvo la veleidad de vender sus diamantes -de los
                  que su país es uno de los principales productores del mundo- sin pasar por los circuitos
                  establecidos por los poderes fácticos. Entonces se desató una campaña de prensa a escala
                  mundial, y unidades de comandos del Ejército Francés dieron un golpe de estado, pretextando
                  acudir en socorro de la oposición democrática del anterior presidente, David Dacko. Bokassa I fue
                  depuesto y huyó a Adibjan, en la Costa del Marfil. En su domicilio se encontró un enorme
                  refrigerador repleto de carne humana. Pero también se encontraron otras cosas. Por ejemplo,
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