Page 174 - Rassinier Paul La mentira de Ulises
P. 174

RASSINIER : La mentira de Ulises



                                Emmanuel Levinas

                             Con esto está dicho todo: el principio de la sociedad militar en la que la disciplina
                       suple al pensamiento que se encontraba solo para gobernar el mundo; la libertad del hombre
                       que sucumbe en el sufrimiento físico y en la mística; la bestialidad limitada solamente por la
                       moderación del instinto; las leyes y las instituciones racionales necesarias que son
                       susceptibles de ahorrar al hombre las pruebas de la abdicación, leyes que no existían, que no
                       existen y que son su única oportunidad favorable...
                             El razonamiento, ciertamente, sólo està hecho sobre el hombre que ha abdicado y se
                       transforma en verdugo. Pero también vale para la víctima:

                                     «Respecto a la cuestión de saber si el sufrimiento prueba aIgo para el que lo padece –
                               escribe aún Manés Sperber – me parece sumamente dificil. En cambio, me parece cierto que el
                               sufrimiento no refuta a su autor, al menos en la historia.» (Y el matorral se hizo cenizas.)
                             Esto es tan cierto, que las víctimas de ayer son los verdugos de hoy y viceversa.


                                                         *   *   *


                             Ahora ya sólo me queda el agradecer indistintamente y en su conjunto a todos los que
                       han hablado animosamente en favor de La mentira de Ulises.
                             Se me ha dicho que entre ellos habla fascistas y he sonreido ligeramente: al ser
                       precisamente los que me lo echaban en cara, aquellos que reclamaban paralelamente el
                       secuestro de la obra y pedían, en todos sus periódicos, que fuesen decretadas contra casi todo
                       el mundo, prohibiciones de escribir, de hablar e incluso de desplazarse, ¿cómo no iba yo a
                       pensar que eran ellos los que se comportaban como fascistas?

                       [108]
                             También se me ha dicho que había colaboracionistas de la época de la ocupación, y me
                       he consolado al comprobar qué más bien eran reputados como tales, y que en todo caso,
                       tenían buenas relaciones con un impresionante número de resistentes auténticos!
                             Finalmente, he observado, sobre todo en el amplió campo de la opinión que va de la
                       extrema derecha a la extrema izquierda, que muchas personas siguen pensando o vuelven a
                       pensar en todos estos problemas, no con arreglo a las estrechas normas de las sectas, capillas
                       y partidos, sino con referencia a los valores humanos.
                             Y esto me parece que justifica todas las esperanzas.

                             Paul Rassinier.
                             Mâcon, diciembre de 1954.





























                                                        –   174   –
   169   170   171   172   173   174   175   176   177   178   179