Page 379 - Mahabharata
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5. El consejo                                                                            359


               Yudhisthira pudo haber matado hace mucho tiempo a los príncipes kurus, nosotros se lo
               sugerimos, pero él pensó que no era justo y el rey le culpa por eso. ¿Ha perdido tu rey

               la razón debido a su extrema preocupación por sus hijos? Tú conoces el Dharma de un
               kshatrya. Un kshatrya debe castigar a quien rompe la ley. Los kshatryas deben castigar a
               los ladrones y a quienes se aprovechan de las riquezas de otros. Ese es el deber de un
               kshatrya. De acuerdo a esto, Yudhisthira debería castigar a los hijos de Dhritarashtra.
                   »Tu rey no tiene derecho de hablarle del Dharma a Yudhisthira, que es la imagen
               del Dharma. Es una impertinencia; es un insulto a nuestro rey. Tu rey es tan ladrón
               como sus hijos, ya que les incitó al robo y ha disfrutado de sus frutos durante todos
               estos años. Incluso ahora no nos entusiasma la idea de la lucha. No queremos destruir el
               inmenso ejército de Duryodhana, queremos la paz. Si se le devuelve el reino a nuestro
               rey Yudhisthira, todos nuestros preparativos para la guerra se cancelarán de inmediato.
               Debes volver y contarle a tu rey todo lo que ha ocurrido aquí. Dile a la gente de su corte
               que el insulto que le hicieron a Draupadi es motivo suficiente como para matarles a todos
               sin titubear. Dile a Radheya que las palabras que le dirigió a Draupadi cuando estaba
               ante la corte de los kurus no las ha olvidado Arjuna y que recordándolas no reconcilia el
               sueño. Dile a tu joven príncipe, el arrogante Dussasana, que los pandavas recuerdan lo
               que les dijo cuando abandonaban Hastinapura vestidos con cortezas de árboles y pieles
               de ciervo. Llamó « vaca » a Bhima y él lo recuerda. Está sediento por la sangre de ese
               hombre. Dile esto a Duryodhana: despierto o dormido, Bhima sólo puede ver una cosa,
               el robusto muslo de Duryodhana. Él no lo ha olvidado ni siquiera por un momento.
               Sanjaya, tú sabes todo lo que ha ocurrido y, sin embargo, nos traes este mensaje de tu
               rey. Nakula no ha olvidado a Uluka, ni tampoco nuestro Shadeva ha olvidado al astuto
               Sakuni y su malvada sonrisa cuando le dijo a Yudhisthira: “Todavía te queda Draupadi.”
               Esto es lo que sabe todo el mundo; si no fuera porque todo el mundo conoce estos hechos
               comenzaría por el principio haciendo un recuento de todas las atrocidades perpetradas
               por tu rey y sus hijos.

                   »Aun así, queremos la paz. Tu rey está pidiendo a gritos la paz, porque tiene miedo
               por sus hijos. Nosotros queremos la paz, no sólo por nuestro bien, sino también por el
               de los hijos de Dhritarashtra. No queremos que todo el mundo muera por el obstinado
               orgullo de un hombre. No queremos ver morir a tanta gente porque un hombre sea tan
               obstinado y su padre tan avaricioso. Queremos que el mundo viva. Queremos que las
               esposas de todos los reyes vivan felizmente, no queremos verlas llorar. Es por eso por lo
               que queremos la paz.
                   »Por favor, ve y dile a tu rey que iré a Hastinapura. Trataré de convencer a ese
               estúpido de Duryodhana que ha de portarse con los pandavas tal y como lo merecen.
               Tengo mis propias dudas sobre el éxito de mi misión, pero lo intentaré. No me ha
               gustado el mensaje de tu rey. Quiero hacerle ver que está en un error. Iré y les hablaré a
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