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Capítulo VI
SANJAYA VUELVE DE NUEVO A HASTINAPURA
ANJAYA se sentó en silencio después de transmitir el mensaje de Dhritarashtra. Du-
S rante un momento reinó el silencio. Los pandavas estaban desconcertados por la
impertinencia del anciano rey ciego. Bhima se levantó de su asiento y comenzó a andar
de un lado para otro, no podía seguir sentado después de haber escuchado aquello.
Shadeva parecía una nube de tormenta. Su pecho jadeaba agitadamente. Arjuna miró a
Krishna. Él hubiera cogido su gandiva en su mano y se hubiera puesto en marcha hacia
Hastinapura en ese mismo momento. El anciano Drupada estaba sentado con aspecto
de consternación. Sanjaya les miró a todos ellos y luego de nuevo a Yudhisthira como
pidiéndole una respuesta. Yudhisthira estaba demasiado enfadado como para poder
hablar. Después de todos estos años de sufrimiento por querer ser justo, después de
tantas tentaciones que había resistido por hacer prevalecer la justicia, ahora tenía que
escuchar todas aquellas acusaciones de Dhritarashtra apiladas frente a él como copos de
nieve amontonándose para formar una avalancha. Estaba sorprendido y herido porque
le habían tratado como a un pecador frente a todos sus seres queridos. Con los ojos
húmedos miró a Sanjaya y le dijo:
—Supongo que el rey piensa que todas estas acusaciones son ciertas. No puedo
expresar mi opinión. No está bien que los jóvenes encuentren faltas en sus mayores. Es
un privilegio que se le otorga a la edad y mi tío está aprovechándose de ese privilegio.
Después de todo, tú eres un mensajero. No debo enfadarme contigo, sólo me has
transmitido las palabras de mi tío. En cuanto a mi respuesta, se la dejo a Krishna, él ha
oído el mensaje y tanto si he de luchar después de este mensaje de mi tío, como si no
debo luchar, ha de decidirlo él. Hasta ahora él ha supervisado todas mis acciones. Nunca
he hecho nada que no haya tenido su aprobación. Su aprobación significa demasiado
para mí. Ahora es él quien ha de decidir mi futuro. Lo abandono todo al Dharma y me
postro a sus pies, él es mi refugio. Él guiará el barco de mi vida hasta la orilla. Nada me
preocupa en absoluto mientras Krishna esté conmigo.
A Krishna le llegaron profundamente las palabras de Yudhisthira. Estaba tan en-
fadado como el trueno, después de oír las palabras de Sanjaya. Y con palabras llenas de
sabiduría y sensatez dijo:
—Sanjaya, mi primer deseo es el bienestar de los pandavas. Si fuera posible, me
gustaría que los hijos de Dhritarashtra tuvieran larga vida. No comprendo en absoluto el
mensaje del rey. ¿Por qué atribuye todos los pecados a su pobre sobrino, sabiendo muy
bien a quién corresponde la culpa? Tú has seguido la trayectoria de los pandavas y lo
has visto todo, lo sabes todo. Sabes cuánta paciencia ha tenido Yudhisthira durante todos
estos años. Lo hizo porque es justo. Y ahora, de repente, nos llega este mensaje de tu rey.