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arremetida mató a ocho de ellos, uno tras otro. Duryodhana estaba viendo la masacre,
pero no pudo hacer nada al respecto.
El juramento de Bhima volvió a su mente. Fue rápidamente a donde estaba Bhishma
y le transmitió su dolor. Le dijo:
—Mira a Bhima, tiene que morir. Ha matado a ocho más de mis hermanos. Mis solda-
dos aunque hacen lo que pueden, no pueden resistírsele, todos están siendo destruidos.
Tu actitud parcial e indiferente es la responsable de todo esto. Estás permitiendo esto
porque no me tienes ningún afecto, no sé qué voy a hacer ahora.
Bhishma dijo:
—Tus palabras son crueles, hijo mío. Yo te aprecio. Si no te hubiera querido podía
haberme mantenido al margen de esta guerra y del mismo modo lo podía haber hecho
tu guru Drona. Tú tenías la idea de que los pandavas serían aniquilados fácilmente. Y te
he estado diciendo una y otra vez que no es posible matar a los pandavas. Duryodhana,
tú y tus hermanos seréis aniquilados por Bhima en esta guerra. No hay duda al respecto.
Dondequiera y cuando quiera que Bhima se encuentre con un hijo de Dhritarashtra, le
matará al instante. Tiene que ocurrir de ese modo, no puedes hacer nada para evitarlo.
Trataste de salvar a tus hermanos, pero ¿pudiste hacerlo? No. Bhima está terriblemente
enfadado contigo. No puedo evitar la venganza de Bhima. Sólo puedo decirte esto:
Prepárate para morir, arréglatelas para tener una muerte valiente. Desde ahora en
adelante concéntrate en luchar y no en las cosas que están más allá del poder del hombre.
—Con estas duras palabras, Bhishma finalizó la conversación.
Era mediodía. Los pandavas estaban ahora atacando a Bhishma reuniéndose en
diferentes grupos, pero no servía de nada. Nadie podía enfrentársele. Bhima estaba
destruyendo el ejército de los elefantes y Nakula con Shadeva estaban matando todos los
caballos. Hubo una gran pérdida en el ejército de los kurus. El ejército de los pandavas
era igualmente desafortunado. Bhishma y Drona estaban dispuestos a matarlos a todos.
Al comienzo de la guerra, Iraván, el hijo de Arjuna y Ulupi, la princesa del clan de
los nagas, se puso del lado de los pandavas. Se acercó a Arjuna y le dijo:
—Mi madre Ulupi me ha enviado a ti. Me pidió que te ayudara en la guerra.
Arjuna abrazó a su hijo y le dio la bienvenida. Iraván había estado luchando todos
estos días y se dio cuenta de que Sakuni estaba causando muchas bajas en el ejército
pandava y le acosó. Había llevado a su ejército con él y era casi igual en valor que el de
Arjuna. Se parecía a Abhimanyu en la forma en la que manejaba las armas. Malhirió a
Sakuni. Duryodhana estaba observando la pelea. Fue a Alambusa y le dijo:
—Debes usar tus tácticas de maya y destruirle, se ha vuelto peligroso. Alambusa fue
y retó a Iraván. Hubo una lucha terrible entre los dos. Iraván se ganó las alabanzas de