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ocurrido nada importante. Ahora tengo poca confianza en ganar la guerra. El hecho de
que tú no estés en la guerra, tiene mucho que ver con mi depresión. No sé qué camino
tomar.
Radheya dijo:
—Duryodhana, tu abuelo quiere mucho a los pandavas, y tampoco es lo suficiente-
mente fuerte como para vencerles. Por favor, pídele que se retire de la lucha, dile que
deje las armas. Yo tomaré las armas para complacerte. Yo devolveré la sonrisa a tu rostro.
Mataré a Arjuna. Ahora ve junto a tu abuelo y dile que Radheya comenzará a luchar si
Bhishma abandona sus armas; dile que me concentraré en la muerte de Arjuna que es el
favorito de todos ellos. No me preocupará la destrucción del ejército.
Duryodhana estaba muy complacido con las palabras de Radheya y decidió visitar a
su abuelo.
Duryodhana fue a la tienda de su abuelo y después de saludarlo se sentó cerca de él.
Le dijo:
—Abuelo, sé que eres lo suficientemente poderoso como para luchar contra los dioses.
Estaba seguro de que la victoria sería mía teniéndote como comandante de mi ejército.
Pero mis esperanzas parecen ser sólo sueños. No has matado ni a uno de los hijos
de Pandu. Nunca pensé que la guerra duraría tanto, estaba seguro de que acabaría
en un día. Tu afecto por los pandavas es la causa de que yo esté perdiendo. Estás
destruyendo su ejército, pero yo no quiero eso, quiero la muerte de los pandavas. O les
tienes demasiado afecto para matarles, o estás cobijando algún agravio contra mí, y me
siento muy desdichado. Si no te gusta esta guerra, deja que luche Radheya. Él hará lo
que yo quiera que se haga. —Duryodhana se sentó en silencio después de estas palabras.
Bhishma se sintió herido por aquellas crueles palabras de Duryodhana. Estaba
enfadado, pero no le habló con rudeza. Se sentó en silencio durante un rato y luego
levantó sus ojos enfadados y miró a Duryodhana como si le fuera a quemar con ellos,
pero sus palabras fueron suaves. Le dijo:
—Duryodhana, ¿por qué me haces esto cada día? Me estás hiriendo con tus terribles
palabras. Estoy realizando para ti un gran sacrificio. La mayor víctima del sacrificio soy
yo mismo. Me estoy matando para complacerte y aun así, me hablas de este modo. No
puedes ver todavía que no puedo matar a los pandavas. Que quiera o no es otro asunto.
Incluso aunque quisiera, no puedo matarles. Son invencibles, te lo he dicho una y otra
vez, pero tú no puedes comprenderme. Su amigo es Krishna. Protegidos por él que es el
protector del Universo, ¿cómo vamos a matarles yo, o tú, o Drona, o tu amigo Radheya?
Eres necio. Todas las pruebas que has tenido sobre el valor de Arjuna no son suficientes
para hacerte comprender que yo no soy la persona que matará a los pandavas. Mañana
lucharé excelentemente en la guerra, quemaré al ejército de los pandavas y destruiré el