Page 492 - Mahabharata
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                   Los pandavas vieron entonces la furia de Bhishma. Comenzó a luchar como un
               poseído. Tuvieron que quedarse quietos y observar. No podían hacer nada, era el dios de

               la furia. Había decidido causar estragos y se encargó de ello sistemáticamente. Dhrish-
               tadyumna, Sikhandi, Virata, Drupada y los pandavas estaban tratando de protegerse
               todos juntos de esta arremetida, pero no pudieron hacer nada. Miles de flechas le fueron
               disparadas a Bhishma, pero nada ocurrió. Bhima y Satyaki se unieron a la lucha pero fue
               inútil. El montón de cadáveres se hacía mayor a cada momento. El campo fue devastado
               cayendo presa de un miedo terrible. Bhishma había decidido matarles a todos. Todos
               los kurus estaban rodeando al veterano kuru y todos los héroes del otro lado estaban
               rodeando a Dhrishtadyumna. Era una defensiva general, y no hubo más duelos. No era
               posible.
                   Arjuna estaba siendo asediado continuamente por los trigartas y tuvo que aceptar
               su reto. Eran las reglas de la lucha, nadie podía rehusar un desafío. Bhishma fue en
               ayuda de los trigartas a quienes no les iba demasiado bien con Arjuna. Yudhisthira y
               los mellizos estaban tratando de obstaculizar los intentos de Bhishma, pero no pudieron
               hacerle nada, aunque sí pudieron matar a una gran porción del ejército personal de
               Duryodhana, segando la vida de una buena parte de sus huestes. Duryodhana estaba
               muy trastornado por esto. Fue hacia Salya y le dijo:

                   —Yudhisthira parece ser tan poderoso como Bhima o Arjuna. En cuanto a Nakula y
               Shadeva, parecen ser merecedores de ser sobrinos de un gran hombre como tú. Nada
               puede detener su furia. Quiero que vayas y luches contra ellos.
                   Salya, asintiendo, fue a luchar contra sus sobrinos y Yudhisthira, quien le tenía mucho
               respeto. Se sentía muy infeliz por aquella jugarreta del destino que le hacía luchar contra
               los pandavas, que eran casi sus hijos. Eran los hijos de su difunta hermana y tenía

               que luchar contra ellos por su propia estupidez. No tenía sentido culpar al destino por
               aquello. Encogiendo los hombros con un gesto de impotencia, el gran anciano, tío de
               Nakula y Shadeva, avanzó dispuesto a luchar.
                   Bhima fue a apoyar a Yudhisthira y entre los dos pudieron retar al grupo que tenía
               como jefe a Salya. La furia de Bhishma no se había apagado, por el contrario se incre-
               mentaba con el calor del Sol. El ejército de los pandavas estaba siendo destruido a un
               ritmo alarmantemente rápido. El panorama era terrible, las palabras no pueden describir
               el pánico que se había apoderado de los corazones de todos. Krishna le dijo a Arjuna:

                   —Este hombre ha decidido matarles a todos, excepto a los cinco hijos de Pandu.
               Tienes que salvar a nuestro ejército. Arjuna, debes recordar tus palabras de que tú solo
               matarías a los principales guerreros del lado de los kurus. Ahora es tu oportunidad. Por
               favor, mira a tu ejército. Ven, Arjuna, te llevaré ante tu abuelo, mátale sin misericordia.
                   Arjuna contestó con voz de desaliento:
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