Page 493 - Mahabharata
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6. Bhishma 473
—Krishna, no quiero matar a mis queridos parientes. El reino que ganaremos de
este modo, será después ingrato. Prefiero ir al infierno que vivir esta vida en la tierra,
que para mí sería peor que el infierno. Pero llévame a la presencia de Bhishma, trataré
de hacer lo que dices. Krishna estaba muy enfadado con Arjuna por sus palabras. Los
hermanos pandavas y los otros héroes vieron el carro de Arjuna y exhalaron un suspiro
de alivio. Arjuna era la balsa que les salvaría del hundimiento. Arjuna avanzó. Con
su primera flecha cortó la insignia de la palmera de Bhishma. Las próximas flechas
rompieron el arco de Bhishma. Bhishma cogió otro arco y siguió luchando. Arjuna
rompió también ese arco. Bhishma estaba complacido con la rapidez de Arjuna y le dijo:
—Excelente, Arjuna, es un placer luchar contigo.
Aquel duelo fue la cosa más maravillosa que habían visto hasta entonces, pero Arjuna
sólo le estaba tirando flechas al anciano, no trataba de herirle. Krishna estaba exasperado
por la suavidad de Arjuna. No podía perdonarle esta debilidad en aquella hora tan
crítica. Vio que cada flecha que disparaba Bhishma se llevaba al menos la vida de un
hombre. Arjuna, sin embargo, hacía que sus flechas cayeran tan suaves como pétalos
sobre el cuerpo de Bhishma. Al ritmo que iba la lucha, el ejército de los pandavas sería
destruido en pocos momentos.
Krishna observó aquello durante unos momentos más y de repente, disgustado,
arrojó las riendas de los caballos de su mano izquierda y saltó del carro. Tenía el chakra
en su mano y anduvo hasta situarse ante Bhishma. Su rostro estaba distorsionado por la
ira. Todos los que vieron la ira de Krishna gritaron: « ¡Bhishma está muerto! ¡Bhishma
está muerto! » Bhishma estaba muy calmado y recogido. Le sonrió a Krishna y le dijo:
—Ven, mi amado Señor, me siento feliz de verte. Daré la bienvenida a la muerte en
tus manos. Esta es la segunda vez que se me da esta oportunidad. La perdí una vez, no
voy a dejarte ir sin luchar contigo. Seré la persona más afortunada sobre esta tierra si el
gran Señor Narayana me libera de este mundo de dolor. Ven rápido, te estoy esperando.
Todo había ocurrido en un abrir y cerrar de ojos. Arjuna estaba aterrado y saltó del
carro, cayendo a los pies de Krishna. No podía hablar bien pues su garganta estaba seca
por el miedo. Agarró los pies de Krishna entre sus dos brazos y le miró con lágrimas
en sus ojos. Krishna no quería mirarle y trató de apartar las manos de Arjuna que le
detenían. Jadeaba silbando como una serpiente. Arjuna le dijo por fin:
—Te ruego que no hagas esto. Por favor, sálvame del pecado de haberte hecho romper
tu promesa. El mundo te llamará mentiroso si haces esto. No permitiré esta mancha
sobre tu nombre puro. Ahora he despertado de mi sueño. Recuerdo todo lo que me
dijiste el primer día de la guerra. Juro que mantendré mi palabra y que mataré como dije
que lo haría. Juro en el nombre de la verdad y en el nombre de nuestra amistad de que
no faltaré a mi promesa.