Page 498 - Mahabharata
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               para matar a Drona. Pero esta historia del pasado lejano, esta historia de esta mujer que
               amaba a Bhishma tan apasionadamente, que estaba decidida a matarle para liberarle

               de su juramento, la mujer cuyo profundo amor parecía odio a muerte en el mundo de
               los hombres ordinarios, la mujer que tenía el poder de recordar su anterior nacimiento,
               aquella mujer que era la única persona que comprendía el corazón de este poderoso
               hombre, esta historia les hizo humildes. Era tan sagrada que no podían mirar al gran
               Bhishma, cuyos ojos tenían una expresión reminiscente. Permanecieron callados ante la
               presencia de aquel sufrimiento.
                   Luego Bhishma dijo:
                   —Amba me odia. Sólo puedo pensar en ella como Amba y no como un hombre,
               Sikhandi. Amba me odia, pero entre el amor y el odio sólo hay una pequeña diferencia.
               Un pequeño cambio de punto de vista y son lo mismo. Ella es la persona que me otorgará
               la libertad de esta atadura de la vida, que se me ha impuesto. Sólo podré deshacerme de
               la carga de esta vida con la ayuda de Amba. No tengáis dudas, colocad a ambas frente a
               mi carro. Contemplando cómo sus ojos escupen odio, abandonaré las armas. Arjuna,
               debes quedarte detrás de Amba y matarme con tus flechas, sólo tú me puedes matar.
               Te aseguro que mis bendiciones lloverán sobre ti. Una vez que lo hagas yo moriré y
               entonces la victoria será vuestra. Id a casa, hijos míos, y dormid sin preocuparos. Yo
               también dormiré esta noche; no he dormido desde hace muchos días. Os agradezco a
               todos el permitirme dormir con alegría en mi corazón.
                   Bhishma estaba derramando lágrimas de alegría y los pandavas estaban siendo
               purificados por las lágrimas de Bhishma. Se postraron a sus pies y con sus ojos húmedos
               y sus cabezas inclinadas, dejaron la presencia de Bhishma, viéndole sentado con una
               extraña sonrisa en sus labios. No parecía un ser de este mundo, parecía como si ya
               hubiera emprendido su viaje al cielo. Parecía un dios que estaba descansando por unos
               momentos sobre la tierra. Su aspecto se había vuelto repentinamente joven y feliz.
               Krishna le devolvió la sonrisa y le dijo:

                   —De ahora en adelante serás feliz. No volverás a nacer en este mundo de los hombres
               y serás recordado como el más grande de los hombres que hayan agraciado jamás la
               casa de los kurus. —Bhishma sonrió agradecido por estas palabras de Krishna y así le
               dejaron.
                   Los pandavas llegaron a su campamento. Arjuna con su voz conmovida de emoción
               dijo:
                   —Krishna, ¿cómo voy a hacerlo? Me acuerdo de los viejos tiempos cuando éramos
               niños. Estaba lleno de polvo y barro, por jugar en el lodo e iba corriendo hacia nuestro
               abuelo y me precipitaba sobre su regazo. Con sus vestidos blancos embarrados por mí,
               se reía y jugaba conmigo. Yo me sentaba en su regazo y le llamaba « padre ». El sonreía
               dulcemente y me decía: « Yo no soy tu padre, soy tu abuelo. Dilo: a-b-u-e-l-o. » Yo decía
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