Page 763 - Mahabharata
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18. Apoteosis 743
—Mi señor, yo soy un extraño en el Cielo, no conozco las leyes del Cielo. Aún soy
un ser humano y tengo los sentimientos de un hombre de la Tierra, y me pregunto qué
ha pasado con mis hermanos. Si este pecador de Duryodhana ha merecido este Cielo,
¿qué me dices de mis hermanos? Ellos jamás se han apartado del camino de la verdad
y el deber, y son grandes héroes. Quiero ver qué lugar les ha sido asignado a ellos y
también quiero ver a mi hermano mayor, Radheya. Estoy ansioso por ver a Satyaki y a
Dhrishtadyumna. Quiero ver a todos los amigos que murieron por mí. Quiero ver a mi
hijo Abhimanyu y también quiero ver a mi amigo Krishna. Por favor, llévame a donde
están ellos.
La voz de Yudhisthira era ya un gemido de agonía, su impaciencia empezaba a tomar
un aspecto patético y volviendo a hablar dijo:
—Tampoco veo aquí a los muchos reyes que murieron por mí. Radheya debería estar
aquí y tampoco le veo. ¿Dónde está Abhimanyu?: yo no entiendo las leyes del Cielo.
Sólo seré feliz cuando esté con mis hermanos.
Indra, dirigiéndose a sus asistentes les dijo:
—Llevadle allí. Si está decidido a encontrarse con ellos, llevadle allí. Los asistentes
emprendieron el camino guiando a Yudhisthira, el cual les seguía. Caminaron durante
mucho tiempo recorriendo un largo sendero y poco a poco, el brillo y la belleza que había
en el Cielo se iba disipando, la luz iba perdiendo intensidad gradualmente hasta casi
tornarse oscuro el camino. Al cabo de un tiempo la oscuridad era ya total, la atmósfera
estaba empapada de olores pestilentes haciéndose casi imposible respirar. Por todas
partes se veían cadáveres corruptos, gusanos y cosas horribles. Yudhisthira dijo:
—¿Por qué es tan horrible este lugar? ¿Dónde están mis hermanos? Los asistentes de
Indra no respondieron nada y Yudhisthira volvió a preguntar:
—¿A qué dios pertenece esta parte del Cielo? Me gustaría saberlo.
Entonces los guías le respondieron:
—Mi señor, este sendero conduce al lugar donde están tus hermanos y hemos recibido
órdenes de seguir guiándote mientras tú puedas soportarlo y quieras continuar. Puede
que este lugar te resulte insoportable y quieras volver de nuevo. Yudhisthira ya no podía
sostenerse sobre sus pies, el aire estaba completamente enrarecido por aquellos olores
putrefactos. Se detuvo por un momento y decidió regresar, pero cuando ya estaba a punto
de dar la vuelta escuchó unas voces que le hablaban, las voces decían: « Yudhisthira, por
favor, no te vayas, por favor no te vayas. Por favor, quédate donde estás; tu presencia
nos alivia de nuestros sufrimientos, tú eres justo y tu presencia atenúa nuestra agonía
trayéndonos una brisa fresca y de dulce aroma. Por favor no te vayas. » Aquellas voces
le eran familiares, y Yudhisthira preguntó:
—¿Quiénes sois vosotros, los que me pedís ayuda? Las voces le respondieron: « Soy
Radheya », « Soy Bhima ». Yudhisthira escuchó las voces de todos sus hermanos, la de